Una nueva columna de «Los Dioses están Locos» en Ciudades Invisibles, un espacio todos los jueves en Radio Nacional. En este caso trataremos un hecho que sacudió a la comunidad internacional, en estas ultimas semanas la comunidad afroamericana en Estados Unidos ha sufrido una decena de ataques. El más brutal de estos hechos fue el que sucedió en la Iglesia Metodista Africana Madre Emanuel donde un individuo ingreso al templo y mato a 9 personas, incluyendo el pastor Clementa Pinckney, líder comunitario, defensor de los derechos humanos y senador de Carolina del Sur.
La masacre de Charlestón y las Iglesias de Negros en Estados Unidos
Nicolas Minetti
El 17 de junio pasado, en la ciudad de Charleston en ell Estado de Carolina del Sur de los EEUU, un joven llamado Dylann Roof ingresó a la iglesia Madre Emanuel, una iglesia predominantemente negra y perteneciente a la Iglesia Africana Metodista Episcopal (AME). Esta iglesia fue fundada hace casi 200 años y es una de las iglesias negras (o afroamericanas) más antiguas de Estados Unidos y la más antigua de todos los estados del Sur.
Este joven, de 21 años de edad, entró en la iglesia y se unió a un grupo de estudio bíblico y de oración que estaba funcionando en ese momento. Contándolo a él eran 13 personas. Preguntó por el pastor principal por su nombre y se sentó junto a él. No hubo azar en la elección de esta iglesia en particular. Los sobrevivientes dicen que primero observó y luego se fue involucrando más activamente en el grupo. Fue aceptado en el mismo sin que nadie lo conociera porque todos son bienvenidos en la casa de Dios.
Cuando había pasado cerca de una hora, comenzó a discutir sobre la Biblia con el resto de los participantes hasta que sacó un arma y los amenazó. Trataron de hablar con él pero él les contestó que tenía que matarlos, que los negros violaban a las mujeres blancas y que estaban robando su país y que se tenían que ir. Luego comenzó a dispararles.
Mató a 6 mujeres y 3 hombres, una abuela y su nieta se hicieron las muertas y a una última mujer le dijo que la dejaba viva para que contara lo que pasó porque él se iba a suicidar. Se intentó pegar un tiro pero ya no le quedaban balas (había recargado su arma varias veces durante la matanza). Finalmente escapó de la iglesia mientras gritaba insultos y proclamas racistas.
Su padre y su tío lo identificaron por las filmaciones y el FBI lo capturó a la mañana siguiente. En la prensa dicen que confesó ese mismo día y que incluso dijo que casi no “completaba su misión” porque la gente de la iglesia había sido muy buena con él en el grupo.
Su plan era que su acción provocara una guerra racial que se fuera ampliando y profundizando por todos los Estados Unidos hasta lograr una nación completamente blanca.
Ese mismo día fue presentado ante un juez. En la audiencia, familiares de las víctimas se levantaron y le dijeron que rezaban por su alma y que lo perdonaban. No habían pasado ni 24hs y estas personas daban tamaño testimonio como respuesta a quien buscaba que se vengaran e iniciaran una espiral imparable de violencia entre blancos y negros.
Al otro día las banderas de Estados Unidos y del Estado estaban a media asta frente al Congreso del Carolina del Sur, pero frente al edificio ondeaba -sin alteración alguna- la bandera confederada. Se necesitaban dos tercios de los parlamentarios para poder tocarla y no se la tocó hasta que un activista de DDHH tomó el tema en sus manos, subió al poste y quitó la bandera. Inmediatamente arrestado, enfrenta ahora una posible multa por 5 mil dólares y hasta 3 años de prisión.
Desde ese día es cada vez más fuerte el clamor para que se prohíba esa bandera en todo EEUU por su utilización racista. Las grandes empresas ya no la venden, los ciudadanos están juntando firmas y haciendo demostraciones y, finalmente, parece que se está construyendo una creciente mayoría entre los políticos para remover este símbolo de odio de -al menos- los espacio públicos.
Las acciones desde los movimientos racistas no se han hecho esperar y en las últimos días se han quemado 7 iglesias de mayoría negra en 4 estados del Sur. En tres ya hay pruebas de que los incendios fueron intencionales y en las otras se siguen investigando las causas.
Lamentablemente esto no es nada nuevo, muchas iglesias de predominancia negra sufren incendios, ataques con bombas e intentos de atentados todos los años en Estados Unidos. El gobierno federal investigó 150 casos solamente entre 1991 y 1996. Cerca de 40 iglesias han sido quemadas en los últimos 18 meses.
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