Hiber nació en el 30 en Paysandú, cuando él tenía dos años sus padres se mudaron a la Villa del Cerro, en Montevideo oeste. En este barrio comienza un vinculo clave para comprender la vida del futuro escritor y la relación práctica entre fe y compromiso político. En la niñez y adolescencia de Hiber fue clave la presencia y apoyo del pastor Earl Smith “quizas fue el hombre más influyente en mi vida, un hombre extraordinario en su vida y sus principios”. Este pastor será luego junto al premio nobel de la paz Perez Esquivel el promotor y fundador del Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ) en varios países de América Latina.
Parte de su destino estaría atravesado por su triple condición: hijo de un obrero sindicalista, origen humilde y metodista. Hiber explica que los frigoríficos cumplían un rol en la economía, la realidad política y social del barrio fundamental, “tres grandes frigoríficos generaban toda una zona industrial”. En ese momento los sindicatos de la carne eran los más fuertes y todos tenían base allí. Allí “Schmith estaba frecuentemente vinculado con los sindicatos, porque era socialista, cuando había huelga él ofrecía la “Casa de la Amistad”, la iglesia para las reuniones”. En los tiempos de huelga, Hiber nos cuenta que la situación de dificultad económica y hambre no escapa a su familia.
El pastor Smith era parte del mismo movimiento de la no-violencia y del evangelio social del pastor Martin Luther King en EE.UU. Estos elementos influenciaran también a la visión social y política del mundo de Hiber Conteris. Y en lo concreto también recibió un apoyo, clave para su formación académica, ya que Schmith le gestionaría una beca de estudios en un colegio metodista en Buenos Aires y luego en la facultad de teología.
Profetas de los 60
A la vuelta de sus estudios de bachillerato en teología en ISEDET (Facultad protestante de teología en Buenos Aires) ingresó a la Universidad de la República donde finalizó una licenciatura en Letras y Filosofía, mientras colaboraba como pastor ayudante en la Iglesia Metodista Central de Montevideo y daba clases de literatura en el Instituto Crandon. Más adelante se integró a ISAL (Iglesia y Sociedad en América Latina) desde sus inicios en 1961 y dos años después fue su secretario de estudios y como secretario de redacción de la revista Cristianismo y Sociedad. Luego marchó a cursar el doctorado en Letras en La Sorbona becado por el Consejo Mundial de Iglesias y el gobierno de Francia. En Paris tomó cursos de sociología y semiótica con Lucien Goldmann, Maurice Duverger y Roland Barthes. Para entonces ya llevaba una larga carrera como escritor, pues había publicado al menos seis libros, el primero de ellos, Enterrar a los muertos, en 1959.
En estos años Hiber vivía de forma totalmente integrada su vinculo religioso, político y literario. Era redactor de la revista “Cristianismo y sociedad” de ISAL donde desarrollaron el termino “teología de la revolución”. Relata de forma muy conmovedora como este grupo estaba conformado por intelectuales de primera linea, de todo el continente. Entre ellos uruguayos estaban: Julio de Santa Ana y Julio Barreiro (Profesores de la universidad y teólogos), el pastor metodista Emilio Castro y el pastor valdense Carlos Delmonte.
Hiber lleva una conversación que transita entre lo religioso, lo político y lo literario, las esferas no están separadas. Parte fundamental de esta experiencia de toda una generación, era el diálogo entre “cristianos y marxistas”. En primera persona Hiber cuenta “en Montevideo nos encontramos con dirigentes del partido comunista. Ellos estaban muy abiertos, la perspectiva era el encuentro y el diálogo entre cristianos y marxista que luego daría base a lo que se llamo el Frente Amplio”. En este tiempo el escritor, tal profeta de la antigüedad ve en su pluma un arma de denuncia contra los regímenes opresores.
Escuchemos la entrevista realizada en Plaza Independencia:
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