Les agradezco esta ocasión de sentirme joven y de revivir nuestras experiencias de la juventud no para que lo repitan, sino como valor testimonial e inspiracional. Cuando vivía mi juventud en la Iglesia Metodista de la Aguada, las actividades eran locales. Cada uno era alentado a asumir una responsabilidad. La Iglesia fue sobre todo una escuela de democracia que nos enseñó que nos podíamos organizar. Que había que tener un tesorero pero también una comisión fiscal. Aprendimos que la comisión fiscal no es desconfianza del tesorero sino ayuda. La responsabilidad de las cuentas claras es una forma de expresar nuestra fidelidad a Jesucristo y para con todo el grupo.

Aprendimos a ser presidentes, a levantar actas, a conducir una institución y a participar en ella. La iglesia nos iba formando para la vida pública, sin darnos cuenta, porque nos estaba haciendo integrar actividades y así desarrollando actividades de liderazgo y servicio. Cada grupo de joven tenía cuatro dimensiones: evangelística-espiritual, cultural, servicio social y deportivo-recreativa. Cada semana la reunión incorporaba dos o tres de esos aspectos, pero cada uno tenia que tener participación en alguno.

Me acuerdo de la gran reunión de adolescentes, el tema era «la espada vs la pluma», teníamos que discutir a favor o en contra de la espada o la pluma. Como jóvenes cristianos todos queríamos defender la pluma, pero se trataba de usar el intelecto, como si fuéramos abogados y había un comité que decidía quien ganaba el debate. Ahora lo interesante era escuchar los argumentos del otro lado, valorarlos, intentar retrucarlos. Nosotros nos preparábamos para enfrentarnos con similares situaciones en el mundo, pero a su vez profundizándonos sobre nuestra propia posición con base en las posiciones que tomaban los otros; este es un ejemplo de las múltiples actividades.

Otro actividad fundamental eran los campamentos. Teníamos todos los años campamento, por lo general en el Parque 17 de Febrero, en Colonia Valdense. Fueron cimiento de nuestra espiritualidad. Teníamos juegos y la playa, pero fundamentalmente con nuestro estudio bíblico matinal, nuestro momento de reflexión personal donde cada uno se iba bajo un árbol a pensar solo con su Biblia. Por la noche alrededor en un fogón cantábamos himnos y compartiamos un mensaje a lo profundo de cada uno de nosotros. En los campamentos yo puedo decir que me encontré con Jesús y recibí el llamado con las palabras de Jesús a Pedro «Sígueme tu». Eran para mi esas palabras, que me llamaban a entrar al ministerio cristiano. Como yo muchos otros muchachos la contestamos no solamente siguiendo el pastorado, sino entrando a diferentes avenidas del servicio, demostrando su vocación cristiana, pertenencia a Jesucristo y servicio a la comunidad.

La iglesia no era competidora del mundo sino formadora para que sirviéramos en el mundo, y allí íbamos y brindabamos nuestro pequeño y gran servicio. La iglesia fue para nosotros un hogar, un centro de inspiración y de formación. Una escuela de servicio y un empujón para entrar a enfrentar los problemas de la sociedad. En la iglesia no se discutía mucho el tema político pero estaba subyacente que había que buscar aquellos que se preocupan por el bien de la sociedad. Y esto nos ponía en la obligación de prepararnos y capacitarnos con todos los que asistieran, con una preocupación social y un deseo evidente de alimentar a las multitudes.

¿Cual es el desafió para los jóvenes evangélicos de hoy en día?

Los jóvenes tienen que saber donde están parados, tiene que profundizar en la fe que profesan. No tenerle miedo a la doctrina, no tenerle miedo a las preguntas sobre la fe, saber lo que creemos, hasta donde podemos ir. El ecumenismo es la confianza de que todos formamos parte de una única Iglesia, pero no es de ninguna manera, un decir que todo esta bien, que todo es igual. No. Es una búsqueda juntos de la verdad; es un espíritu.

Creo que hay que tener presente cuestiones fundamentales como la autoridad de la Biblia, la justificación por la fe, la esperanza de la gracia de Dios, el compromiso con la construcción del Reino de Dios. Dios esta interesado en la Iglesia pero para que la Iglesia sirva al mundo. Esta vivencia de una fe comprometida con Dios en el mundo es algo fundamental. No somos un club social, sino la Iglesia de Jesucristo.

En el Uruguay estamos teniendo el PANES (Plan Nacional de Emergencia Social). Se sabe que este programa es de remiendo, es un programa de emergencia, necesario en este momento, porque hay mucha gente que esta pasando hambre. Hay que hacerlo, hay que acompañar y ayudar. Hay que aprovechar para que la sociedad en su conjunto supere los grandes problemas del desempleo, de la integración de la muchachada.

Los jóvenes tienen que estar presentes allí para multiplicar la participación de la sociedad toda, en la búsqueda de soluciones para problemas de la gente. Los jóvenes evangélicos podremos ser pocos, pero podemos hacer algunas cosas simbólicas, y que sean útiles. Se han abierto en Montevideo, unas 350 camas para alojar gente que vive en la calle. De repente, una campaña de los jóvenes para conseguir ollas, camas, toallas; pequeñas cosas. Lo que importa es que se haga en conjunto y que se proyecte y se muestre que hay jóvenes, que si pueden hacer algo. Mientras descubrimos cuales son los caminos sociopolíticos, los caminos de transformaciones de la sociedad, que arrancan a correr para empezar a destruir barreras.

De allí, la imaginación no tiene límites, no es que se pueda decir, hay que hacer esto o aquello. Hay que hacer lo que en el llamado nos pide el Señor día a día. Mientras se reúnan a preguntarse «¿Señor qué quieres que haga?», en esa medida vamos a recibir una respuesta; cuando obedecemos en lo pequeño, se abren unas puertas impresionantes. Entonces hay que empezar y confiar en que el Señor nos guiara, hacia los verdaderos desafíos que tenemos por delante.

Y si van a pasar esto a los jóvenes, saludos a todos a los muchachos; y me acuerdo de José Enrique Rodó (1871-1917, autor uruguayo que es considerado el mayor maestro de la prosa modernista de Hispanoamérica), en «Algunos Motivos de Proteo». El maestro le dice a los discípulos: «Brindo por quien me venza con honor de vosotros, brindo no para que sean como fuimos, sino para que vengan los que le ayuden a ser más y mejor que lo fuimos».

Marcos Berger y Nicolás Iglesias Schneider consulta sobre el tema de «Juventud y Misión» al Pastor Emilio Castro, ex secretario general del CMI.

Marzo 2005, Pastoral Juvenil del CLAI (Consejo Latinoamericano de Iglesias) en Uruguay.