Propiedad común, pacifismo, desobediencia civil, trabajo con alegría, espiritualidad profunda, co-educación de los niños y decisiones consensuadas comunitariamente ¿son ideales utópicos? No en la comunidad de los Bruderhof.

Desde hace casi 100 años un movimiento llamado Bruderhof construye con profunda fe, amor y compromiso cotidiano con el prójimo una forma de vida comunitaria alternativa. Esta se expresa en el desarrollo de formas alternativas al capitalismo, al individualismo y a la soledad, tanto como en la conservación y protección del medio ambiente. El creer y el vivir de otra forma diferente al sistema hegemónico es parte del desafío cotidiano que vive esta comunidad de casi 3.000 personas en diferentes partes del mundo.

Las convicciones de esta comunidad no han quedado solo en un discurso o en una predica para el futuro, sino que se han ido concretando en una forma radical de compartir la vida, los bienes, las decisiones y las acciones políticas.

El Bruderhof comenzó en 1920 en Alemania liderado por el teólogo Eberhard Arnold. Tiene en su base el movimiento anabaptista, que se caracteriza por la renuncia a la propiedad privada y el rechazo al uso de la violencia, la jerarquía y el autoritarismo. Su espiritualidad no separa lo sagrado de lo profano, ellos son al mismo tiempo iglesia y movimiento social, político y económico. Unen en su vida cotidiana todos estos aspectos sin diferenciación. Esta elección de vida alternativa los llevó a ser calificados como comunistas por el régimen nacionalsocialista y fueron expulsados de Alemanía en 1937.

Este pequeño grupo, de unos cien integrantes, se dirige a Inglaterra en donde permanecerá durante tres años. Los movimientos socialistas y pacifistas, que estaban cobrando fuerzas debido a la oposición a la incipiente II Guerra Mundial, encuentran en el Bruderhof una opción en donde poner en práctica sus convicciones. Sin embargo también serán  expulsados de este país  por su condición de alemanes cuando estalla la guerra, por lo cual se dirigen a Paraguay, donde los menonitas los reciben y ayudan a instalarse. En los años 50 se instala una pequeña comunidad en Uruguay, la cual se llamó el Arado. Esta duro poco tiempo allí, ya que vivió un rápido proceso de secularización y su cercanía con el movimiento anarquista la alejó de su fundamento de fe.

Después de vivir una crisis como movimiento en 1961 la mayor parte de las comunidades se reagrupan en Estados Unidos, en zonas rurales de Pensilvania y Nueva York.

Actualmente los Bruderhof están organizados en  15 comunidades en todo el mundo, pero mantienen una sola economía con un sistema de producción interdependiente y con un fin de servicio social. Ejemplo de esto es la fabricación de artefactos para mejor la vida de personas con discapacidad.

La unión y conexión entre las diferentes comunidades que se encuentran en Australia, Inglaterra, Alemania y Estados Unidos logra crear productos de calidad debido a sus altos niveles de especialización. Esta producción es importante a la hora de sostener el trabajo de servicio en las comunidades en situación crítica localizadas en Jordania, Iraq, Paraguay y Afganistán.

Los Bruderhof consideran que su trabajo es una forma de realizar un servicio al mundo, en especial a las personas que son excluidas por la discapacidad. Es interesante ver la inclusión de ancianos y personas con discapacidad en la vida cotidiana de la comunidad. No son escondidos en casas especiales o confinados a tareas secundarias, sino que participan con ayuda de jóvenes en tareas productivas y recreativas.

Su perfil anabaptista, en diálogo con las teologías de la liberación, los lleva a involucrarse en situaciones de injusticia o explotación del prójimo. En el caso de EE.UU, donde se encuentran la mayor cantidad de comunidades, trabajan en la prevención de violencia en las escuelas y participan en movimientos pacifistas y de derechos humanos.

El Bruderhof está  basado en la fe expresada en un compromiso radical con la vida en comunidad, el cual comienza con el bautismo. Eberhard Arnold plantea que el bautismo es “algo que sucede una sola vez, y significa la ruptura total con el statu quo, equivale a jurar eterna enemistad al mal, tanto en nosotros como alrededor de nosotros.”

Sin embargo esta radicalidad no conlleva a una práctica fundamentalista o sectaria. Este movimiento busca mantener un diálogo y apertura con todo el mundo y reconoce aportes éticos, políticos y espirituales de diferentes tradiciones. Esto se ve reflejado en los murales de su salón comunitario, donde en pintura se rinde homenaje a personas significativas para la comunidad. Encontramos desde los fundadores del Bruderhof hasta personas tan diversas como Bob Marley, Rigoberta Menchu, Martin Luther King, San Francisco de Asís…

La comunidad de los Bruderhof tiene sus puertas abiertas para visitantes que quieran compartir un tiempo de canto, celebración, trabajo o reflexión junto a ellos. Una experiencia difícil de poner en palabras, pero que valdrá la pena ser vivida.

Nicolas Iglesias

@nicois1983