– Magister pastora Inés Simeone-
Para trata el tema de los Derechos Humanos desde la génesis del metodismo se deben recordar escritos de Juan Wesley (fundador del metodismo) en los cuales se describen acciones:
- contra la esclavitud,
- en defensa de los presos,
- hacia los enfermos,
- para abrir espacio buscando el crecimiento de las mujeres (en un tiempo en el cuál eso no se hacía),
- de atención y defensa de niños y niñas desatendidos, explotados por las industrias nacientes y tratar de ofrecer oportunidades de educación a quienes no la tenían.
En 1729 un grupo de estudiantes organizados en el «Club Santo» en Oxford – Inglaterra, del cual participaban muchos de los miembros fundadores del movimiento metodista, fieles a sus teorías y creencias se dedicaban a visitar la prisión local, acompañar viudas y enseñar. Defendían – sin hablar de Derechos Humanos – a quienes se encontraban al margen de la sociedad.
La intención de Juan Wesley, y quienes lo siguieron, al formar e incentivar grupo activos en servicio, era mover el accionar de una Iglesia oficial decadente como la de aquel tiempo (siglo XVIII). La preocupación primordial era: servir plenamente a Dios, siendo la santificación el objetivo de la redención y de la vida cristiana y la fe el único camino para alcanzarla. La fe a la cual se refiere es una fe viva, vivida (hecha acción) y no una mera aceptación oral de las doctrinas de la Iglesia.
Wesley, al predicar la justificación y renovación del alma por medio de la fe en Cristo, desafió a muchos de las clases carenciadas -en el medio de un contexto violento – transformándolos en cristianos fervorosos y fieles.
Afirma Mortimer Arias en el texto «Wesley de los pobres» que:
El tema de los pobres es inseparable del ministerio del fundador del Metodismo y del Movimiento Metodista original…. Wesley nos dejó, además, un ejemplo y un modelo de compromiso: con el evangelio y con los pobres.
El propio Juan Wesley decía que:
Nada puede ser peor para una persona que, después de una larga y difícil jornada de trabajo, regresar a una casa pobre, fría, sucia, sin comodidad, y allí no contar ni con los alimentos necesarios para recuperar las energías…
En un famoso sermón «El Casi Cristiano» predicado en Oxford en 1741, Wesley dice que:
A la pregunta, ¿Qué más está implicado en ser un cristiano completo? – yo respondo:
(I.) 1. Primero, el amor a Dios. Porque así dice Su palabra: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas.» – Un tal amor es este, que cautiva el corazón entero, que toma posesión de todos los afectos, que llena la capacidad entera del alma, y usa todas sus facultades. El que ama al Señor de esta manera, su espíritu se deleita continuamente en su Salvador, el Señor es su todo, y todos sus deseos son hacia Dios, y su corazón clama todo el tiempo: «¿A quién tengo en el cielo sino a ti? y no deseo nada en la tierra aparte de ti.» No puede desear otra cosa, porque «él es crucificado para el mundo, y el mundo para él.»
(II.) 2. Lo segundo que está implicado en ser un cristiano completo, es el amor al prójimo. Si alguien pregunta ¿Quién es mi prójimo?, respondemos: Toda persona en el mundo. Ni podemos exceptuar a nuestros enemigos, o a los enemigos de Dios. Cada cristiano les ama a ellos también como a sí mismo, sí, «como Cristo nos amó a nosotros».
El que quisiera comprender más completamente la clase de amor que es este, que considere la descripción por Pablo. Es «sufrido y benigno». «No tiene envidia». «No es jactancioso» – el que ama así, se hace a sí mismo el último y el siervo de todos. El amor «no hace nada indebido», sino se hace «todo para todos». «No busca lo suyo», sino solamente el bien de los demás, para que sean salvos. «El amor no se irrita, no guarda rencor» (el que tiene rencor, tiene falta de amor). «No es malpensado. No se goza de la injusticia, sino se goza de la verdad. Cubre todo, cree todo, espera todo, soporta todo.»
(III.) 3. Algo más tenemos que considerar aparte, aunque no se puede separar de lo dicho; y este es el fondo de todo: la fe. Cosas muy excelentes se dicen de ella en la palabra de Dios. «Cada uno que cree», dice el discípulo amado, «es nacido de Dios.» – «A los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.» – Y «esta es la victoria que venció al mundo, nuestra fe.» – Sí, nuestro Señor mismo declara: «El que cree en el Hijo tiene vida eterna; y no viene en condenación, sino ha pasado de muerte a vida.»
O sea, para los primeros metodistas, cualquier acción hacia otros debe partir del amor hacia Dios y al prójimo.
Cuando el metodismo llegó a Estados Unidos se institucionalizó como Iglesia, y continuó, en muchos ámbitos, luchando por la vida abundante para todos. No es casualidad que muchos hayan luchado por la liberación de esclavos, que se hayan organizado para ayudar a los fugitivos de la esclavitud, que hayan participado de luchas por derechos de trabajadores y trabajadoras, de mujeres y de la niñez.
Es una característica de las Iglesias Metodistas en América Latina darle énfasis – desde su llegada – al tema de la educación. En África y muchos lugares de Asia el énfasis fue en el área de la salud. En ambos casos en medio de contextos hostiles a la educación o la salud para todos.
El legado recibido del mensaje de Jesús y la interpretación-acción de los primeros cristianos y del movimiento metodista (entre otros) nos compromete a repensar nuestra práctica religiosa hoy.
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