La columna de esta semana comienza una serie sobre teólogos destacados de los últimos 100 años junto a la Pastora metodista Araceli Ezzatti. El primero de ellos es Dietrich Bonhoeffer, un joven pastor luterano y teólogo que supo identificar el peligro que suponía el ascenso de Hitler en su Alemania natal. Bonhoeffer nació en 1906 y fue ahorcado por el regimen nazi en 1945, pocos días antes del fin de la segunda guerra mundial en el territorio europeo.
Sus capacidad para vincular la vida cotidiana y el sufrimiento del pueblo con el discurso de la Iglesia, sumado a sus vínculos internacionales, fueron claves para su rol en la fundación de la Iglesia Confesante, una iglesia paralela a la oficial y que se oponía al nazismo y a la discriminación. La Gestapo le fue prohibiendo sucesivamente predicar, enseñar y hablar en público hasta finalmente arrestarlo bajo la acusación de estar vinculado al intento de asesinato de Hitler.
La teología de Bonhoeffer, en su diálogo con las ciencias sociales, constituyó una fuerte renovación que sigue siendo vigente frente al status quo de las iglesias tradicionales. Aún desde la cárcel dio testimonio de una vida profundamente piadosa unida a una importante, aunque tristemente breve, producción intelectual.
En nuestro Facebook compartimos algunos materiales de este mártir moderno del cristianismo, que aumenta cada vez más su relevancia para las personas de fe en tiempos de necesidad de acción de justicia y coherencia ética.
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