Cuando era chico conocí a otro niño que comía matzá (pan ácimo) con jamón. Desde ese momento me pregunté por qué las leyes dietéticas de Pésaj (Pascua judía), que prohíben el consumo de alimentos leudados, eran más respetadas que las que abarcan al resto del año.
Las leyes diéteticas de Pésaj, mucho más exigentes que las ordinarias, movilizan al judío de forma diferente. Privarse del pan o de las pastas y comer una galleta seca como la matzá durante ocho días funciona como una norma para muchos que habitualmente no prestan la menor atención a los alimentos que consumen.
¿Es acaso por la corta duración de la festividad? ¿O porque estos preceptos se deben cumplir una sola vez al año y durante una semana? Creo que no, puesto que intuyo que nadie dejaría de comer jamón durante los 10 días que van entre Rosh Hashaná (Año Nuevo) y Iom Kipur (Día del Perdón) por el solo hecho de ser los más sagrados del año judío.
La Inquisición nos llamó marranos y no dejamos de comer cerdo. El faraón nos esclavizó, nos oprimió, y mató a nuestros hijos varones recién nacidos. A él le contestamos con libertad, con resiliencia y resistencia, y también con la matzá, el pan de la pobreza que comieron nuestros antepasados cuando salieron de Egipto, al decir de la Hagadá (relato del éxodo del pueblo judío).
La idea de libertad, la nuestra, la de nuestros antepasados, la de los oprimidos de hoy día, acompañada por la lucha por los derechos civiles de Martin Luther King y tantos otros, y hasta la libertad de aquello que nos esclaviza hoy, como los dispositivos móviles, es tema central en la semana de Pésaj.
Es la fiesta de las reflexiones, del debate, de las mesas compartidas por judíos bien diferentes entre sí, donde el laico (no creyente), el tradicional y el religioso quieren y tienen lo que decir, porque todos se sienten –tal como nos lo propone la Hagadá- como si hubieran salido de Egipto.
El nacimiento del pueblo judío comienza con el éxodo de Egipto, de la mano de Moisés, acompañado por su hermano Aarón, y -según la Torá (Pentateuco)- guiado por Dios.
Entiendo que esto es lo significativo para cada judío. Conmemorar la génesis de su pueblo, que fue compleja y dura, del que se siente parte y al que no quiere renunciar, más allá de todo y todos.
(*) Graduado de la Licenciatura en Comunicación por la Universidad ORT Uruguay. Integra el grupo Nuevas Generaciones del Congreso Judío Latinoamericano. Fue cofundador de la rama joven de la Confraternidad Judeo-Cristiana del Uruguay.
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