Por Yenny Delgado
El trauma es una palabra imponente y aterradora al mismo tiempo, porque nos ayuda a oscurecer los momentos dolorosos, que deseamos olvidar, pero sin atender el trauma, este seguirá con nosotros cada día. La forma en que las personas interactúan y lidian con el trauma causado por la discriminación, la brutalidad policial y el racismo es única para cada persona, pero va generando en la comunidad heridas profundas. Sin embargo, es necesario sentarse con el pasado y lidiar con nuestros traumas mentalmente para reflejar y ejercitar estos recuerdos dolorosos para la curación, la liberación y, en última instancia, la resistencia.
A partir del trabajo de investigación de Heijmans publicado en La Academia Nacional de Ciencia, es bien sabido que los eventos traumáticos desde la hambruna hasta la guerra pueden tener efectos duraderos en el epigenoma. Esencialmente, el impacto del trauma pasado continúa en nuestro ADN y puede manifestarse en las generaciones futuras.
El especialista en trauma Resmaa Menakem es un abolicionista somático y señala que “las respuestas al trauma nunca son razonables. Son protectoras y reflexivas.”. El desafío de ser mejores y alcanzar la curación de esta generación se remonta a conocer nuestra historia familiar y como país encontrar las raíces de estos traumas, buscando primero comprenderlos y luego comenzar un proceso de curación.
Desmantelar el racismo es un paso hacia eso, buscar la curación, aunque es un proceso doloroso. Nuestro cuerpo experimenta dolor y sufrimiento, incluso nuestro tono de voz y las contorsiones del cuerpo, reflejan cómo procesamos y sentimos las cosas en el interior. De esta forma, reconocemos que muchas de las reacciones que muchas veces nos llevan a la violencia también se aprenden; no es fácil manejar esas emociones que provienen de lo más profundo de nuestro ser.
¿Cómo podemos hacer el camino para sanar nuestros corazones y cuerpos de la discriminación por el color de nuestra piel y etnicidad?
Es una parte tan importante de nosotros como nuestra capacidad de curar. La resiliencia mediante el aprendizaje y la naturaleza, y podemos usarla para desarrollar y fortalecer para enfrentar nuestro dolor y traumas pasados. Para lograr esta curación, debemos comenzar a hablar más libremente sobre ellos. Para aquellos que han sufrido siglos de opresión, colonización, esclavitud, violación, abuso y otros tratamientos inhumanos, no es fácil dejarlo, pero podemos empezar a transformar la rabia y el dolor en cambios sociales. Además, nuestro cuerpo también tiene esa capacidad; es una conexión entre cuerpo y mente que nos lleva a desarrollar nuevas habilidades, especialmente las de supervivencia.
Para los descendientes de nativos americanos en el continente, nuestro trauma por el despojo de nuestra tierra, el trauma de la violación, abusados y esclavizados sistemáticamente aún persiste, la pérdida de la cultura, el idioma, impacta incluso nuestra propia identidad. El dolor de ser considerados “animales”, “indios sin alma”, por la iglesia cristiana durante siglos sigue presente. La descolonización es un trabajo en proceso para la población originaria de América y sus descendientes. ¿Cómo podemos procesar nuestro trauma generacional cuando los descendientes de europeos migrantes en América no ven a los nativos como parte de la sociedad?
Conocer nuestra historia familiar nos llevará a comprender el proceso de colonización que ha sufrido el continente, el dolor del pasado ya sea por los colonizados y los colonizadores siguen aún presente, esas marcas psicológicas que se convierten en parte de las marcas físicas que llevamos en nuestro cuerpo. La curación no es fácil, pero es una oportunidad tanto para la curación como para la paz. De alguna manera, somos producto de una colonización tan desigual y brutal que nuestra mera existencia es un ejemplo de vida y esperanza.
Desmantelar el racismo es una invitación a considerar a Dios en medio de una historia desafiante y conversaciones difíciles. Para el mensaje cristiano la salvación no es un concepto abstracto; es un estado de ser con liberación. Iniciar nuestra curación es un proceso largo, pero es necesario hacerlo, para darnos la libertad de ir a nuestro interior y reconocer nuestros miedos y nuestras historias. Hablar de nuestros dolores es un primer paso para la sanación que nos permitirá desmantelar la mentira de la superioridad racial que tanto daño a causado y sigue causando en el país.
Yenny Delgado
Psicóloga y teóloga. Escribe sobre las intersecciones entre etnicidad, política, fe y resistencia. Twitter @Publicayenny
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