IMPEACHHIsaac Palma

Hoy es un día de vergüenza para el protestantismo evangélico / brasileño. Nací y crecí en las iglesias evangélicas. Todavía creo y afirmo la disputa de esta identidad fragmentada, pero hoy me avergüenzo de estos discursos en el nombre de Dios, de la promoción de plataformas diabólicas (que masacra a los pobres, mujeres, jóvenes, hombres y mujeres negros y otros grupos oprimidos). Me niego a llamar hermanos a hombres como Eduardo Cunha, cuyos moralistas se aglutinan en el discurso del odio. Me da vergüenza ser evangélico. Me disculpo con todos y cada uno de ustedes que tienen que ver perplejos este circo de los horrores en el nombre de Jesús.

Estoy triste por los Anabaptistas (que lucharon como campesinos contra los que querían monopolizar la propiedad de la tierra), por el pentecostalismo (que fue, en su origen, un movimiento para los hombres y mujeres de raza negra, en un momento en que los negros no podían ni siquiera entrar en la iglesia), por las iglesias afro estadounidenses (que lucharon y se colocan frontalmente contra las iglesias blancas que oprimían a los hombres y mujeres de raza negra), por la teología protestante y evangélica latinoamericana de la liberación o de la misión integral (que lucharon contra las dictaduras), por las muchas iglesias evangélicas de Sudáfrica (que se enfrentaron frontalmente contra el apartheid), por la iglesia Bautista del Pino (que decidió en su asamblea que parejas diversas sean bienvenidas en su comunidad) por tantas otras experiencias de fe, avergonzadas esta noche, de mujeres y hombres evangélicos/ protestantes que han seguido con honor a la tradición de Jesús – el líder antiimperialista crucificado por el imperio por anunciar el absurdo de una libertad sin restricciones y la hermandad universal.

Me da vergüenza ser parte de esta tradición ambigua que ha preferido siempre el odio al amor. Que ha preferido olvidar de manera irresponsable el Jesús vaciado de poder, Aquél que prefiere los escenarios marginales periféricos a los centros del poder. Como seguidor del movimiento de Jesús, transformo esta tristeza en queja e indignación. Sigo creyendo que el mensaje de la resurrección está todavía con nosotros, es decir, que aquellos que tienen el poder no tienen la última palabra sobre la vida.

Isaac Palma

*La inmensa mayoría de los 513 diputados que votaron este domingo a favor del impeachment de la presidenta Dilma Rousseff pareció olvidadarse de los verdaderos motivos que estaban en discusión. Los diputados defendieron la destitución de Rousseff por las razones más diversas: “por mi esposa Paula”, “por mi hija que va a nacer y mi sobrina Helena”, “por mi nieto Gabriel”, «por la tía que me cuidó de pequeño», “por mi familia y mi Estado”, “por Dios”, “por los militares del [golpe del] 64”, “por los evangélicos”, “por el aniversario de mi ciudad”, “por la defensa del petróleo”, “por los agricultores”, «por el café» e incluso “por los vendedores de seguros de Brasil”.