El disfrute y el placer, lo efímero y la finitud – Ivone Gebara, destacada teóloga feminista católica visita el Uruguay. Dos charlas abiertas el jueves 19 y viernes 20 de abril.
Y si Dios no fuera poderoso sino solamente gozoso? ¿Y si el disfrute fuera la constitución fundamental de todo ser? ¿Y si nosotros estuviéramos en este mundo para gozar de la existencia? ¿Al principio, no estábamos en un paraíso, según el mito de los orígenes relatado en el Génesis? ¿El paraíso y la felicidad no serían constitutivos de nuestro origen? ¿Dios no estaría simplemente entre nosotros, ennosotros, con nosotros…? ¿No tenemos la nostalgia del paraíso perdido?
El disfrute es lo efímero, lo pasajero, la gracia en nuestros sentidos, la sensualidad que viene y va. El disfrute es lo temporal, el placer del momento, es el primer instante del encuentro que no se puede retener. El disfrute es la música que se termina, el vaso de vino que acaba de vaciarse, el adiós después de un encuentro de amistad. El disfrute se juega, se pierde, se encuentra y es siempre otro, como las cuatro estaciones o como la brisa que vuelve siempre diferente. El disfrute no se retiene. El disfrute no es muy poderoso en su reino eterno. No es puro, sino que se mezcla en nuestros sentidos y en nuestros humores. No juzga, no castiga, es efímero, misteriosamente efímero. Siempre en camino, yéndose por aquí y por allá, oscilante entre diferentes situaciones, olores y colores, es lo superfluo en oposición a lo necesario. Es la ligereza del ser en oposición a su grave necesidad. El disfrute es sólo momentáneo. El disfrute es sabio en su fragilidad. El disfrute es loco en su danza de todos los ritmos. El disfrute es regocijo. Disfrute, acción de gracias por lo que es, por lo que abraza, por lo que se abraza. El disfrute me acerca al misterio mayor que danza en el universo. Ser aprendiz de la sabiduría de la finitud. Recuperar la belleza de nuestra finitud. Dios no es otro ser, es el deseo de infinitud. Dios es aquello que no somos y queremos ser. Necesitamos conocer la finitud, el abismo, la fragilidad, lo pasajero, para descubrir la belleza, el amor y el sentido de las cosas. El sentido es sólo transitorio y me hace probar el placer de lo efímero. Lo efímero me remite a aquello que yo soy, a lo que son los otros, a lo que son los valores más preciados. Lo efímero me invita a perdonar, a atreverme a reanudar mi camino después de una caída. Lo efímero toca al Misterio que cruza todo. Lo efímero hace nuevas todas las cosas.
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