La celebración de la fiesta del 17 de Febrero, tiene una importancia muy especial en la Iglesia Valdense. Recuerda que en el año 1848, tiempo de la revolución liberal en Italia, el rey Carlo Alberto firmó las «Cartas Patentes de Gracia» el 17 de Febrero poniendo fin a la discriminación de los valdenses, y unos días después a la de la minoría judía. La noticia la dio a conocer el pastor Bert, capellán de la embajada prusiana, y provocó en los Valles Valdenses una gran conmoción. El medio más económico para dar a conocer la noticia a todos y celebrar la alegría del acontecimiento, fue encender fogatas en cada poblado. Nació así una tradición que también llegó a nuestras comunidades en América Latina y se mantiene hasta nuestros días.
Las fogatas del 17 de Febrero integran el panorama folclórico de nuestras iglesias locales. Como suele suceder esta fiesta siguió la evolución de los tiempos y tuvo varios cambios en el siglo pasado llegando a ser hoy la «fiesta de la libertad». Para recordar ese acontecimiento singular para el pueblo valdense, en ese día se celebran cultos y se recuerdan pasajes de la historia valdense. En este año 2017, la celebración de los 169 años del 17 de febrero coincide con los 500 años del inicio de la Reforma Protestante celebración que tendrá lugar el 31 de octubre, y creemos que vale la pena pensar: ¿qué relación puede haber entre esas dos celebraciones?
La «libertad» del ser humano es lo que une y le da significado al recuerdo de esos acontecimientos. Para Lutero la palabra libertad tuvo un significado muy claro y la usó muchas veces en sus escritos. Para él, libertad significa simplemente la rebelión contra un orden social opresor. Con su propuesta en la ciudad de Wittenberg en 1517, llamó a Alemania y a toda Europa a reaccionar contra la tiranía espiritual, política y financiera de la curia romana. Proclamó la libertad del laico ante el clero, del Estado ante a la Iglesia, del Evangelio ante las doctrinas y sus interpretaciones obligatorias, la libertad de la comunidad cristiana ante las instituciones que la oprimen.
En su tratado «La Libertad Cristiana» resumió su concepto de la libertad en dos afirmaciones concretas: «El cristiano es señor de todas las cosas y no está sujeto a nadie. El cristiano es servidor de todas las cosas y está supeditado a todos».
Explicando esa aparente contradicción Lutero sigue diciendo: «el cristiano no vive en sí mismo, sino en Cristo y el prójimo, en Cristo por la fe, en el prójimo por el amor». Como «señor» de todas las cosas el cristiano tiene en su libertad interior la capacidad de levantarse contra cualquier opresión que amenace su existencia. Pero es su fe en Cristo la fuente de su libertad y su voluntad de servir. Así el creyente muestra su gratitud a Dios en su dedicación al prójimo, y la expresa en una vida en comunión con sus hermanos.
Sin embargo Lutero no se opone a Roma sólo por amor a la libertad sino para obedecer a la Biblia, es decir la autoridad superior de Dios y de la Verdad. Esa fue también la voluntad de los valdenses, la defensa de un derecho madurado en siglos de silencio y de martirio, la libertad de conciencia, el deber de proclamar la Palabra de Dios exhortando al pueblo. El 17 de Febrero nos recuerda hoy que esa es nuestra vocación primaria.
Carlos Delmonte
Fuente: Cuestión de Fe (Iglesia Evangélica Valdense)
Se han producido numerosos debates filosoficos sobre la naturaleza de la libertad, las reclamadas diferencias entre los distintos tipos de libertad, y la medida en que la libertad es deseable. Una causa determinada tiene una consecuencia determinada basandose principalmente en las leyes de la fisica, por lo tanto, al aumentar el nivel de complejidad, la conciencia y la idea de libertad solo son consecuencia determinada de eventos fisicos conocidos y regulados por leyes de las cuales no se puede escapar.