Dentro de la campaña política, el tema que ha logrado una gran movilización y una profunda discusión, ha sido la oposición a la propuesta de proyecto de reforma constitucional para bajar la edad de imputabilidad penal. En este movimiento se han unido sindicalistas, partidos, ONG’s, organismos internacionales, movimientos sociales y religiosos (evangélicos, católicos, judíos, umbandistas, entre otros). Interesante en este escenario, ha sido la expresión pública del Arzobispo católico de Montevideo Daniel Sturla quien ha salido al ruedo con una postura personal sobre el tema, inquietando a diversos sectores.

 

Entrevista

 

A partir de tu experiencia pastoral y el trabajo eclesial, ¿cuáles son los fundamentos y argumentos que sostienen tu postura en contra del proyecto de bajar la edad de imputabilidad?

Yo pienso que no es una solución. Ante todo es eso. ¿Por qué no es una solución? Primero porque ya existe un sistema penal juvenil. Porque se crea la falsa idea de que con los chicos que cometen delitos no pasa nada. Y sí, pasa. Existe un sistema penal juvenil, donde los chicos de 13 a 18 años -si cometen un delito- quedan privados de libertad u obtienen una sanción acorde al delito cometido. Segundo, ya existe un instituto especializado para estos chicos, que es el SIRPA, que está dentro de la órbita del INAU. El hecho de que el SIRPA funcione bien o mal, o que sucedan hechos tan lamentables como los que han sucedido últimamente no genera que porque se cree otro instituto vaya a mejorar la situación. El tema es más complejo, el tema es cómo formamos a gente que trabajan con este tipo de chicos difíciles. Después, lo que yo creo que se logra con esta propuesta de reforma constitucional, es que se crea un mensaje: “Hay un tema de seguridad, reprimamos más”. Y creo que el mensaje es equivocado. ¿Hay un tema de seguridad e inseguridad que tiene que ver con los jóvenes? Bueno, eduquemos.

 

Desde el Evangelio, ¿cuál pensás que es el mensaje sobre el lugar de los niños, niñas y  adolescentes?

Yo digo, un chico que delinque, que comete un delito -y sobre todo un delito grave como serían los que están ennumerados en este proyecto de reforma constitucional- es un chico que está con un problema enorme atrás. El tema es cómo atendemos esa problemática. Una problemática que tendrá que ver con el tema familiar, con el tema educativo y con un tema muy profundo que entiendo que escapa a lo que es el Estado, donde sí intervienen las iglesias, que es el sentido de la vida. En parte creo que tiene que ver con el consumismo que la sociedad impone y que el chico no tiene límites a ese afán de consumir y eso lo lleva al delito, al robo, e incluso al asesinato. Entonces, ¿Qué hay atrás? Yo creo que interviene el hecho de decir: Bueno, eduquemos a ese chico, atendamos a su familia y su entorno y tratemos también de darle un sentido a su vida.

 

¿Cuál es la implicancia de tu postura personal a la interna de la Iglesia Católica?

Bueno, es discutible: hay católicos a favor de la baja y católicos -como yo- en contra de la baja. Y entiendo que entra dentro de la libertad de lo opinable para un católico. A nivel de los obispos, fue un tema que se discutió y se entendió que había que invitar y exhortar a los católicos que se informaran, pero no se tomó una postura. Sí se hace hincapié en lo educativo frente a lo represivo. Pero más allá de eso, no hay una postura de todos los obispos. Lo mío es un tema personal. Yo no podría votar por la baja, porque entiendo que es un “mensaje negativo” a la sociedad, a los chicos y a las familias de los barrios más pobres de nuestra ciudad. Pero bueno, yo admito que haya católicos que piensen de otro modo. Y no he tenido repercusiones de división. Supongo que habrá gente molesta y gente a favor, pero eso es natural que se dé.

 

¿Cuáles son las propuestas que piensas podrían implementarse para poder convivir en una sociedad más pacífica?

Creo que el tema de lo educativo hoy para los niños y adolescentes en contexto crítico pasan por atender al chico e intentar atender a su núcleo familiar, su núcleo de referencia. Lo segundo, es que sin duda también hay un tema de atender la pobreza y la falta de dignidad en la que viven muchos de estos chicos. Y lo tercero es ayudar a hacerles descubrir el sentido que tiene la vida, más allá del consumo que es la ideología que se impone. (…) Yo pienso que las actividades de voluntariado, que se hacen a nivel juvenil son una experiencia que todas las escuelas y liceos públicos y privados tendrían que fomentar.

 

Muchas veces las iglesias han hablado de proyectos y de la discusión política de estar “a favor de la vida” con temas vinculados a la salud sexual y reproductiva. Pero, ¿se podría pensar el “no a la baja” como un tema vinculado a la “defensa de la vida”?

Sí. Es una pena que la defensa de la vida haya quedado reducida al tema de los no nacidos. Que es un tema que yo -por supuesto- lo defiendo. El derecho a la vida del no nacido. Pero el derecho a la vida es derecho de todos y por lo tanto -ni que decir- del nacido: que tiene que tener los elementos para vivir dignamente para desarrollarse como tal y tener oportunidades. (…)

 

¿Cuáles son las experiencias de la Iglesia Católica en relación a “adolescentes en conflicto con la ley”?

La Iglesia Católica tiene una cantidad de experiencias en distintas partes. Y aquí son experiencias mínimas, pero interesantes. En Salto hay una casa salesiana llamada “Miguel Magone” que tienen un programa de libertad asistida, que es uno de los programas del INAU. Supongo que dependerá del SIRPA. Es decir, hay muchas cosas para atender a estos chicos. Y dentro de los chicos que cometen delitos hay distintos grados de implicancia del chico y de gravedad del delito. (…) Pero el tema de fondo es una pregunta a toda la sociedad: ¿Podemos atender a estos chicos -la sociedad como tal-? Yo creo que sí. Y para ello es muy importante la participación público-privada. ¿Qué experiencias hacen las iglesias o alguna ONG que se dedique al tema? ¿Cómo podemos colaborar? (…) El tema siempre es: tratar de prevenir. ¿Cómo prevenir para que un chico no caiga ahí? Ahí viene el tema educativo previo. Insisto: la atención en la escuela, y en el ciclo básico sobre todo, al chico y su entorno familiar.

 

Se hizo para las cárceles en Uruguay un protocolo de la atención religiosa en las cárceles. Está barbaro ¿no? Está muy bueno. Pero digo, ¿no sería mejor? Y sé que meto el dedo en el ventilador, pero pensar: una atención religiosa o espiritual también en las escuelas y no sólo en las cárceles? ¿Por qué hay que llegar a que vayan a la cárcel para que tengan el derecho a la atención religiosa? Se me contestará: Y bueno, cuando van a la escuela pueden ir, si quieren. Pero se trata de una educación integral y no de una educación manca o una educación sólo “intelectual y física” como se plantea -teóricamente- en las escuelas.

 

 

Algunos puntos destacable y algunas preguntas abiertas….

La postura de Sturla hace hincapié en lo educativo frente a lo represivo y su pregunta está dirigida a toda la sociedad: ¿Podemos “atender” a estos chicos? Sí. ¿Necesitamos más cárceles? No. ¿Necesitamos bajar la edad de imputabilidad? No.

Para que más niños, niñas, adolescentes y jóvenes puedan vivir en dignidad habrá que seguir movilizándose y reflexionando no sólo para evitar que esta propuesta de reforma constitucional no salga, sino también para seguir reivindicando sus derechos. En determinada ocasión, Jesús pone al centro un niño y dice -a los/as adultos presentes- que el Reino de Dios es para quienes son como niños y niñas. Y más allá de las diversas opiniones -más o menos influyentes- de los líderes religiosos en las decisiones políticas de los uruguayos y las uruguayas, queda a criterio de cada quien optar qué sociedad queremos seguir construyendo.

 

Stefanie Kreher

Nicolas Iglesias Schneider

Fuente: Brecha