Margarita de Navarra fue realmente una mujer del Renacimiento. Nacida en el mismo año en que Colón descubrió América, Margarita era la hermana mayor de uno de los más famosos reyes de Francia, Francisco I, a quien Calvino dedicó su “Instituciones de la Religión Cristiana”. Ella se convirtió en reina por derecho propio al contraer matrimonio con el rey de Navarra, Enrique III. Su propia educación fue inusual para la época, ya que recibió una formación casi idéntica a la de su hermano, que estaba siendo entrenado para asumir la corona de Francia.
Durante su vida, fue una de las mujeres más educadas en Francia, así como una poderosa diplomática, y una asesora muy cercana del rey y mecenas literaria y teológica. Durante el cautiverio de Francisco I en España, Margarita incluso viajó personalmente al territorio enemigo para negociar su liberación frente a Carlos V, el emperador del Sacro Imperio.
Fue también durante estos años, los de la década de 1520, que comenzó a ampliarse la difusión los escritos de la Reforma. Más tarde, ella fue perseguida por la poderosa Universidad Católica Romana de la Sorbona en Paris a causa de las tendencias evangélicas de sus propios escritos y un escritor proclamo claramente que ella hubiera sido quemados en la hoguera si no hubiera sido la hermana del Rey.
Su patronazgo extendió su apoyo financiero a teólogos y a sus trabajos, dando refugio a los que huían de las primeras persecuciones de principios del siglo XVI. Incluso en un momento, tuvo bajo su protección a Juan Calvino, que huía de París antes de ir a Ginebra. Otros personajes que ella protegió o apoyo incluyen a Gerard Roussel, Lefevre d’Etaples, y Clemente Marot. Su correspondencia incluye un círculo aún más amplio, que va desde Erasmo a una variedad de Papas, Calvino y muchos otros reformadores.
Se sentía cómoda en diferentes entornos, desde la reforma de abadías corrompidas, hasta ser la anfitriona de la corte del rey, incluso trabajar con los espías y la intriga diplomática. Margarita tuvo una posición especial en los primeros días del desarrollo protestante en Francia, y si bien nunca renunció formalmente a la Iglesia Católica Romana, escogió el mantenerse en relativamente buenas relaciones tanto con el Vaticano como con Ginebra. De esta manera, se las arregló para navegar dentro de las estructuras políticas y religiosas existentes para trabajar en pro de los cambios que veía que eran necesarios.
Autora: Valerie Foucachon
Aporte del pastor Lisandro Orlov
Me alegra saber que este aporte ha sido de utilidad. Rescatar la vida, la acción y el compromiso de estas mujeres de la Reforma, contemporáneas de Lutero y Calvino es realmente una tarea inconclusa. Gracias por compartir este material.