“Nunca los voy a defraudar, y puedo decir esto…”; “Nuestros derechos no se nos han sido dado por hombres; nuestros derechos fueron dados a nosotros por nuestro creador”; “ninguna fuerza, no importa cual, ninguna fuerza terrenal puede quitarnos esos derechos”.
Estas fueron algunas de las frases con la que el actual presidente de los Estados Unidos, Donald J. Trump comenzó el Día Nacional de Oración y Desayuno en su país, rodeado por una gran ovación de lideres evangélicos encabezdos por pastores de Mega Iglesias (multimillonarios).
Constantemente se habla del presidente de esta nación (USA) como el líder del mundo libre. Presidentes cuya primera devoción es hacia Dios y la prosperidad del mismo se debe a su fuerte fe Cristiana. Sin embargo la realidad que se vive dentro del país no es la misma, especialmente cuando habla de derechos.
Hace un tiempo tuve la oportunidad de ver, un documental llamado: “Fe en la resistencia”. Donde por aproximadamente ochenta minutos se describe, contada por sus protagonistas, la opresión recibida por la iglesia (diferentes denominaciones) y la prohibición de la predicación de sus verdades extendidas desde la fe.
En este documental hay un momento que revolvió mi estomago, estremeció mi corazón, y me hizo replantear mi vida como pastor. Dos pastores están comentando como recibieron una circular desde la policía. En esta nota, se les prohibió a varios pastores la celebración de los cultos religiosos correspondiente a su fe. Luego de un sínodo, respondieron con la siguiente declaración: “Vamos a aceptar cualquier orden que provenga del gobierno, siempre y cuando no vaya en contra de la predicación del evangelio” (parafraseado).
Actualmente soy pastor metodista en los Estados Unidos, estado de Georgia. Este estado es reconocido como uno de los mas racistas y segregatorios del país, especialmente en la educación. En su regulación, el estado declaro en la ley 416, que ningún habitante que haya venido al país encontrar de las regulaciones nacionales puede acceder a educación superior.
Los soñadores (Dreamers) son jóvenes que no tuvieron opción, fueron traídos por sus padres a una edad promedio de entre tres y siete años, no recuerdan otro país que Estados Unidos, no se consideran otra cosa mas que Estadounidenses, pero bajo el régimen actual, una persona solo vale tanto como un papel pueda expresarlo, de la misma manera que décadas atrás, una persona solo era libre si un papel lo decia. Por lo cual muchos jóvenes, los cuales solo hablan ingles, no pueden acceder a educación superior y viven con el miedo de pronta deportación. Debo tal vez recordad de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, a los cuales Estados Unidos adhiere, reconoce esta ley, como un derecho para todas y para todos.
Alentado por la historia de aquellos que me precedieron arriesgando mucho por sus convicciones, mis valores basados como seguidor de Jesús, la falta de voz de estos jóvenes y otros lideres religiosos y comunitarios, decidimos interrumpir, por así decirlo, la reunión anual del consejo de regentes educativos del estado. Interesantemente, ellos comienzan con una oración, ya que se ven como fervientes protestantes cristianos. Nosotros decidimos continuar la oración, de una manera intencionada, denunciando la discriminación, la falta de valor a la humanidad y esperando por la oportunidad de estos jóvenes en continuar sus sueños.
El resultado fue el esperado, cinco pastores (entre ellos yo) y cuadro lideres comunitarios (entre ellas 3 mujeres) fueron detenido por traspaso ilegal, a lo que es considerada una reunión de acceso publico.
Luego de un día encerrados, y con grandes abogados apoyándonos por creer en la causa, todo se resumió a un registro en nuestro legajo y una multa de quinientos dólares. Cuando nos preguntaron si valió la pena, la respuesta no fue simple: Si valió la pena o no eso depende de donde se vea; lo importante es que ahora, gracias a los medios de comunicación, cientos de miles o tal vez millones saben de esta deshumanización realizada contra una juventud que quiere ser eliminada, y solo nos costo, quinientos dólares y un día de prisión, es un precio pequeño, cuando si este acto de interrupcion fuera realizado por los jóvenes les costaría la vida.
Ese día, interrumpimos el poder del sistema gubernamental porque fervientemente creímos y creemos que va en contra de nuestra predicación del evangelio.
Federico Apecena
Pastor Metodista en EE.UU.
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