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Por Diego Pereira.

Relación entre fe y política.
La fe es un modo de ser-en-el-mundo, la manera con la cual el ser humano vive y respira cada día en función de Alguien superior que ordena la propia vida humana. Por eso la fe guarda relación directa con Dios y define la dimensión trascendente del ser humano (Boff, Leonardo, La fe en la periferia del mundo). La fe es también esa fuerza espiritual que empuja a los hombres y mujeres hacia sus sueños y utopías, aún en las situaciones más contradictorias. En el caso de la fe cristiana, esta fe tiene un contenido específico a modo de ejemplo a seguir: la encarnación del Hijo de Dios, que se hizo un hombre como nosotros y que vivió de determinada manera, que actuó y predicó determinado mensaje. Lo que caracteriza esta fe cristiana es la esperanza segura en la resurrección después de la muerte, pues es la promesa de Jesús para quienes creen en él. Por otro lado la política “es el campo de la actividad humana destinada a administrar o transformar la sociedad mediante la conquista y el ejercicio del poder del Estado” (Boff, Leonardo, La fe en la perferia del mundo). Esto se realiza a través de todo el aparato político que va desde las organizaciones políticas, los sindicatos, hasta el mismo cargo del presidente. La política existe para poder organizar mejor la sociedad de modo de que todos los integrantes puedan tener un acceso justo y equitativo de los bienes que son administrados por el Estado. Pero en fin todo acto o palabra en pos del bien común tiene que ver con lo político.

Relación entre la religión y el estado
La religión es un hecho humano y por eso el hombre y la mujer son seres religiosos por naturaleza (homo religiosus). El hombre como ser religioso tiene como núcleo central el reconocimiento de una realidad suprema, superior, que le da sentido a todo lo existente, visible e invisible, lo presente y lo utópico. La manifestación de este Ser Supremo se realiza a través de la experiencia del Misterio, manifestado como poderes sobrenaturales o a través de una figura personal (Peralta, Pablo, Apuntes orientadores para el curso de Fenomenología de la religión). El gran misterio de la fe cristiana es la figura de Jesús, que realizó la “divinización del hombre y la hominización de Dios” (Boff, Leonardo, Jesucristo el Liberador). Por otro lado tenemos la institución Estado que también tiene un fundamento antropológico, ya afirmado por Aristóteles, que dice que el hombre es un animal político (homo politikón) y que su destino como hombre se realiza en el ejercio ético, en sus opciones-acciones. Pero no es una opción que pueda realizarse individualmente, sino que para ello es necesario una comunidad que ejerza este derecho a la política, pues la política está orientada al bien común. Por ello se necesita la cooperación de los otros para organizarse en una institución, el Estado, que juegue ese papel de velador de todos los derechos. Así en el sistema democrático el Estado ejerce una autoridad y poder políticos, haciéndose responsable del pueblo que lo elije, ya que la soberanía es del pueblo que está representado en el. La organización en poderes colabora al  control y equilibro de unos y de otros limitándose en su accionar, en pos de la justicia (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia 384-416)

La teología como vinculación de la religión y la política
La teología es una disciplina que busca la inteligencia de la fe. En este sentido “la teología es un lenguaje sobre Dios” (Gutierrez, Gustavo, Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente), es el esfuerzo de pensar a Dios como Misterio, aquello que no podemos definir con ninguna categoría. Por un lado esto pareciera contraproducente; ¿cómo explicar lo que no tiene explicación? El primero paso en teología es la experiencia de encuentro con Dios (conversión), de escuchar su voz y el intento de hacer su voluntad, luego vendrá un segundo paso que implica pensar esa experiencia. Dos aspectos fundamentales tienen la teología: la fe y la realidad social. La fe viene recibida de la enseñanza de los Apóstoles, aquellos que atestiguan haber conocido al Jesús histórico y que pusieron por escrito su mensaje y sus obras en los Evangelios. Custodiada hasta hoy por el Magisterio, la Palabra de Dios debe ser confrontada con la realidad actual para descubrir lo que Dios nos dice hoy, como palabra de Salvación. La función de la teología es entonces reflexionar críticamente sobre el testimonio de fe, transformando esta experiencia en un discurso racional, gramaticado dentro de ciertas reglas (Boff, Leonardo, La fe en la periferia del mundo). Por eso la política que es la que llevaría adelante el orden de la realidad social, debe ser examinada a la luz de la fe y la teología debe producir las preguntas y las respuestas necesarias para ayudar al creyente a comprender mejor su fe en el momento actual y ayudarle al discernimiento.

Teología y política en Latinoamérica: la teología de la Liberación (TL)
En América Latina se ha desarrollado una teología que, aún en sus diversas expresiones, tuvo siempre en el centro el componente político como condición de una nueva mirada teológica. A partir del horror experimentado en la época de las dictaduras militares desde la década del 70, donde no sólo se sucedieron las matanzas indiscriminadas a gran escala, por parte de las fuerzas militares, sino que también se vivió la persecución y el martirio de los cristianos que por ser fieles a su fe, eran vistos como peligrosos y por ello condenados a la muerte. Fue así que nacen en medio de esa lucha pastores y teólogos católicos y protestantes que alzan su voz en contra del opresor, denunciando las injusticias pero también resignificando el mensaje de Salvación, predicado por Jesús.
Para el teólogo Gustavo Gutiérrez la pregunta inicial y por demás significativa fue -y sigue siendo- ¿de qué manera hablar de un Dios que se revela como amor en una realidad marcada por la pobreza y la opresión? La teología que comienza a desarrollar tiene que ver con la liberación: “…liberación expresa, en primer lugar, las aspiraciones de los pueblos, clases y sectores sociales oprimidos, y subraya el aspecto conflictual del proceso económico, social y político que los opone a los pueblos opulentos y grupos poderosos” (Gutiérrez, Gustavo, Teología de la Liberación. Perspectivas).  Es a partir de esta experiencia de pobreza y esclavitud que Gutiérrez realiza una lectura de la Biblia, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, para descubrir allí el mensaje de Dios que acompañe la actualidad de dolor que viven históricamente los pueblos en Latinoamérica. Esta lectura fue llamada por algunos “desde el reverso de la historia”: no desde los poderos y conquistadores, sino desde los frágiles y sometidos, desde los explotados y amenazados, desde las víctimas del odio y sed de poder de algunos prójimos que lejos están de Dios. En los Evangelios todas estas situaciones humanas son reunidas bajo la categoría de “pobres”, que serán a partir de ahora la clave hermenéutica (interpretativa) de lectura de los Evangelios (Segundo, Juan L, La opción de los pobres como clave hermenéutica para entender el Evangelio).
Se trata de poner en práctica el Evangelio! “La TL no es, por tanto, sino el fenómeno teológico de la experiencia que hace la fe cristiana al reasumir conscientemente desde el Evangelio la transformación de un mundo en situación de dependencia” (Scannone, Juan C., Teología, cultura popular y discernimiento, en “Teología en un mundo contemporáneo”) Por eso el compromiso político nos lleva a fomentar la organización popular, la participación social, sindical y política con el necesario acompañamiento evangélico de lucha por la liberación (Codina, Víctor, ¿Qué es la Teología de la liberación?). Con ello es claro la implicancia política y eclesial que tiene, dentro de una opción cristiana por la TL, al vivir esta realidad de pobreza e injusticia: la opción por los pobres (Boff, Leonardo, La fe en la periferia del mundo). El anuncio del Reino de Dios que predicamos tiene que traducirse en acciones concretas visibles y tangibles que nos sitúen al lado de los pobres, pues su presencia en la historia nos habla de lo lejos que estamos aún de la realización del Reino y esto tiene también que ver con las decisiones políticas que tomemos, ya que la democracia debe ser aún profundizada.Optar por los pobres no es sólo elegir la “pobreza espiritual”, sino hacerse cargo de quien sufre la opresión y negación de los bienes necesarios para enfrentar la vida (Aguirre, Luis P. Vadevécum para cristianos y cristianas) y por aquí es que podremos desarollar nuestra santidad. Una santidad política que nos compromete a transformar las estructuras sociales en la dirección del Reino de Dios predicado por Jesús, impulsados por una fe, una esperanza y una caridad inquebrantables (Sobrino, Jon, Liberación con Espíritu).

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Diego Pereira, católico de 35 años, casado, tiene un hijo de 3,5 años, docente de Religión y Filosofía. Vive en Montevideo, Uruguay, trabaja en  educación. Miembro del Grupo Misionero Itinerante Colibrí, de Amerindia Uruguay, y colaborador con Obsur en publicaciones de Carta Digital.  Ha publicado artículos sobre filosofía y teología en revistas, semanarios y diarios donde escribe reflexiones desde la realidad, con análisis filośofico y teológico, con fundamento bíblico.