El miércoles 20 de mayo en el marco de la 20° marcha del silencio, un grupo de más de 70 cristianos de diversas confesiones se encontraron en el marco de una celebración ecuménica sobre la memoria.
En este espacio se encontraron jóvenes y veteranos, pastores protestantes y sacerdotes, laicos y militantes sociales, monjas y políticos, se genero un espacio de reflexión y comunión. Algunas reflexiones a partir de la Biblia, imágenes de diversas marchas, velas encendidas, el orar por la salud de Luisa Cuestas y por el dolor de las madres y familiares, el nombrar a algunos desaparecidos vinculados a las iglesias, así como canciones referidas a la esperanza y la resistencia dieron marco al encuentro. Una fe con memoria y una memoria como herramienta que permite transformar y actuar en el presente, nos decía el Sacerdote Amexeiras.
Se compartió la palabra escrita y la memoria narrada, así como también se ejercito el silencio y la contemplación, como forma de expresar lo no verbalizable.
De todo lo compartido en este encuentro, les queremos dejamos un extracto de la reflexión compartida por el pastor Ademar Olivera.
Hagan esto en memoria de mi
Para hablar de memoria, la referencia que tenemos los cristianos son las palabras de Jesús a sus discípulos “Hagan esto en memoria de mí” (Luc.22:19). Cuando celebramos juntos la Eucaristía, o Santa Cena, una y otra vez recordamos en ese sacramento el profundo significado de su entrega. El cuerpo y la sangre derramada “en favor de muchos”, es la máxima expresión del amor solidario.
Para mí, la clave hermenéutica es darle al término “a favor de muchos” una dimensión inclusiva, plural. La salvación-liberación que ofrece Jesús no se circunscribe a los adherentes que confiesan oralmente el nombre de Jesús. Sino que está abierta a todos aquellos que viven y actúan según sus enseñanzas. Son los llamados “Bienaventurados”. Entre otros, “los que tienen hambre y sed de justicia”, “los que trabajan por la paz”, “los misericordiosos”, “los perseguidos por causa de la justicia”.
Desde esa perspectiva, podemos reconocer a los “Detenidos-desaparecidos” como bienaventurados a quienes honrar memoria, porque ellos entregaron sus vidas por una causa que consideraban justa.
Esa memoria está cargada de indignación por la impunidad que ha impedido, hasta ahora, llegar a la verdad de lo sucedido con ellos.
Por eso somos llamados a acompañar solidariamente a los familiares de las víctimas, junto a quienes reclaman justicia por las violaciones a los Derechos Humanos que enluta y avergüenza a toda la sociedad.
Hacer memoria hoy, es mirar hacia atrás y constatar que el ser humano es capaz de cometer los crímenes más atroces y crueles: torturas, muertes sumarias, desaparición de personas. Y más tarde, la abominable impunidad, que involucra a cómplices y gente deshumanizada.
Pero en esa ambigüedad de la condición humana, hay personas que pueden llegar al límite de sus fuerzas en su entrega generosa, heroica, comprometida, en la búsqueda de la verdad y la justicia. En esa lucha incansable nos incorporamos nosotros contando con la promesa de Aquel que nos dice “Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”.
Una de las mayores marchas del silencio
Luego de este encuentro ecuménico los participantes se sumaron a la Marcha junto a miles y miles de uruguayas y uruguayos que reclaman el esclarecimiento de lo sucedido con los Detenidos Desaparecidos. Algunos llegan a calcular que fue la mayor todas las realizadas con 150mil personas caminando en un silencio que fue solamente interrumpido por los «¡Presente!» ante la lectura de cada nombre. Al finalizar, un aplauso interminable -como queriendo que Luisa Cuesta escuchara desde su lugar de internación- se negaba a callarse. Todos se miraban unos a otros para darse ánimo y no ceder, y cuando decayó y ya quedaban menos aplaudiendo, desde el fondo volvió a surgir de nuevo con fuerza. Es una memoria con fuerza y se transmite dentro del pueblo, de las familias de Uruguay, de una generación a otra para asegurar que nunca más tengamos que volver a sufrir algo así en estas tierras. Con un Cristo que marcha con su pueblo, con una memoria para transformar el presente con verdad y justicia.
Nicolas Minetti y Nicolas Iglesias
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