944920_935407099908350_28868087092240711_n(Canada, Victoria, junio/2016) Desde el 4 al 8 de julio se reunió la Conferencia General de las Iglesias de la Comunidad Metropolitana (ICM, o en su siglas en ingles MCC). LA conferencia general es un evento mundial que se celebra cada 3 años y reúne a clérigos y laicos de toda la iglesia extendida por el mundo. En esta asamblea participan más de 2000 representantes que toman decisiones para la vida de la iglesia en los próximos 3 años. En esta asamblea hay representantes de los 4 continentes y de América Latina representantes de: Cuba, Puerto Rico, Mexico, Colombia, Brasil, Argentina y Uruguay donde tenemos presencia viva de la ICM.
Esta iglesia se ha caracterizado por defender y promover los derechos de las personas LGTB en todos los países donde tienen presencia y abordar temas vinculados a la sexualidad y género que en muchas confesiones cristianas son aún tabú.
Desde Canada el Rev. Fernando Frontan nos cuenta que la asamblea: «es un concierto maravillosamente diverso de la vida liturgica de nuestras comunidades» así mismo como resultado de la asamblea se elaboro «un documento de gran avance y bendición». Este documento incluye a la corporalidad y al genero como parte integra de la espiritualidad, entre otros temas novedosos en la teología cristiana.
NUESTRA FE
«La Iglesia de la Comunidad Metropolitana es un capítulo en la historia de la Iglesia, Cuerpo de Cristo. Somos personas en una jornada, aprendiendo a vivir en nuestra espiritualidad, mientras afirmamos nuestros cuerpos, nuestros géneros, nuestras sexualidades. No todas las personas creemos exactamente lo mismo. Y aún en medio de la diversidad, construimos una comunidad, enraizada en el amor radicalmente inclusivo de Dios hacia todas las personas. Somos parte de una conversación en un curso de asuntos de creencia y fe, formado por las Escrituras y los credos históricos, construimos sobre quienes nos precedieron. Nuestro capítulo comienza cuando Dios dice: «Vengan, vean y prueben» Vengan, vean y prueben, Jesucristo, tú invitas a todas las personas a tu mesa abierta. Tú nos haces tu pueblo, una comunidad amada. Tú restauras el gozo de nuestra relación con Dios, inclusivo en medio de la soledad, de la desesperación y la degradación.
Somos personas únicas y cada una forma parte del todo, del sacerdocio de todos los creyentes. Bautizadas y llenas de tu Santo Espíritu, tú nos empoderas para ser tu presencia sanadora en un mundo herido. Esperamos ver tu Reino en la tierra, así como en el cielo, mientras trabajamos por un mundo donde todas las personas tengan lo necesario, cesen las guerras y toda la creación viva en armonía. Reconocemos tu encomienda a toda la humanidad del cuidado de la tierra, del mar y del aire. Por tanto, activamente resistiremos los sistemas y las estructuras que están destruyendo tu creación. Junto con toda la creación, te adoramos: cada tribu, cada lengua, cada pueblo, cada nación. Te conocemos en muchos nombres, Dios Trino, más allá de la comprensión, revelado en Jesucristo, quien nos invita a la fiesta. Amén»