Hace 2 años nos despedimos del Pastor Emilio Castro, pero perdurará en medio nuestro su enorme legado. Un ser humano que consagró su vida al servicio de los demás. Un uruguayo que desde su compromiso de fe cruzó fronteras geográficas, políticas y religiosas, llegando a ser el único latinoamericano en ocupar el mayor cargo religioso del mundo protestante.
Emilio Castro nació en 1927, en el seno de una familia humilde y de tradición sindicalista, era un “chiquilín de la Aguada” que junto a otros amigos del barrio tiraba piedras contra el techo de la Iglesia Metodista del barrio. En aquella parroquia estos chiquilines encontraron a un pastor y una maestra que los recibieron con cariño, escucha y dedicación. Factores fundamentales que transformaron su vida desde la propuesta del Evangelio. A los 17 años Emilio viaja a Buenos Aires para estudiar en la Facultad Evangélica de Teología. En ese recinto es donde tiene un primer encuentro con una diversidad de pensamientos y corrientes teológicas, principalmente influenciado por el evangelio social y un contexto de mucha efervescencia política en Argentina.
Tiene sus primeros pasos como pastor en los años 50. Continúa sus estudios de licenciatura en Teología en Buenos Aires y posteriormente es enviado a realizar un posgrado en Suiza donde tiene como profesor y referente a uno de los teólogos más destacados del siglo XX, el suizo Karl Barth.
Vuelve al continente como pastor en la ciudad de La Paz, Bolivia, donde desempeña su primer pastorado por dos años. La confrontación con el contexto boliviano, amplía su visión de Latinoamérica y alienta su vocación por un ministerio ecuménico. A la temprana edad de 29 años, asume el cargo pastoral de la Iglesia Metodista Central en Montevideo y desde allí tiene su tiempo más fecundo y polémico en este país.
Humildad, compromiso y lucha por la justicia.
Fue un pastor para el pueblo, para la gente fuera y dentro de la Iglesia, acompañó y alojó en tiempos de conflictos sociales a aquellos/as que -sin importar su credo u opción partidaria- precisaran un espacio para refugiarse, para formarse, discutir y tomar decisiones colectivas de resistencia. De esta manera, acompañó pastoralmente a sindicalistas, políticos y estudiantes que luego fueron referentes en la sociedad.
El pastor Castro generó “escándalo” para algunos sectores religiosos conservadores que pensaban que él mezclaba el Evangelio con la política y que las iglesias no debían meterse en los conflictos sociales y políticos. Su opinión fue requerida en diferente ámbitos de la sociedad, especialmente en los años 60, cuando muchos/as se acercaban a escuchar los sermones en la Iglesia Metodista Central y cuando Emilio -cual profeta moderno- participaba en las tertulias televisivas de “Conozca sus derechos” en Saeta TV. y “Medio día con Usted” en Canal 4. Escribió con mucha frecuencia para el semanario Marcha aportando desde su fe y experiencia internacional, temas relevantes del quehacer nacional.
Inspirados en el testimonio de este joven Emilio -involucrado social y políticamente en su realidad- hasta el día de hoy muchos/as jóvenes también nos sentimos desafiados. Hemos aprendido la importancia de tender puentes y de ejercitar la fe en diálogo con los desafíos políticos, sociales y culturales de nuestro contexto. El pastor Castro fue uno de los fundadores del diálogo ecuménico e interreligioso en nuestro país. Con este gesto, podemos pensar que se animó a cruzar todas las barreras y muros trazados por las instituciones religiosas y sus tradiciones. Probablemente una de sus virtudes era ser tremendamente amoroso y terco a la vez.
Sus convicciones se plasmaron en instituciones y espacios concretos. En el mundo evangélico fue clave la fundación de la Federación de Iglesias Evangélicas del Uruguay (1956). A nivel interreligioso, fue todo un signo la fundación de la Confraternidad Judeocristiana del Uruguay (1958) y a nivel regional la creación del Consejo Latinoamericano de Iglesias (1978) que ha sido vital para la resistencia, en tiempos de persecución política y militante.
Escuchamos de Emilio el relato de muchas anécdotas referidas a los tiempos más duros de nuestro país, el factor común era la preocupación por generar diálogos, evitar el conflicto armado y tener un análisis crítico de la realidad con perspectiva de derechos humanos y de dignidad para todos y todas sin exclusiones.
Algo que ilustra su concepción de fe como praxis pastoral y política está planteado en el artículo “Las mismas celdas, los mismos cuarteles” donde argumenta que: “el diálogo cristiano-marxista, dejó de ser una cuestión teórica para pasar a ser una vivencia práctica. Esta es la mejor dimensión de toda colaboración humana, cuando la misma se da en el plano del servicio a la comunidad, del amor al prójimo, de la lucha por su libertad.” 1
Su compromiso político y social, siempre fue desde su lugar de pastor y desde ese rol fue valorado en la sociedad. Sobre esto Ricardo Erlich nos decía “Emilio Castro compartió, como tantos uruguayos, los golpes de la dictadura. Pero después la historia siguió y una parte de nuestro pueblo conoció el exilio, el destierro, y ahí Emilio Castro fue nuevamente pastor de su pueblo, fue un referente, fue una guía; sabíamos que estaba allí y todos nos sentíamos protegidos y amparados por la voz, por la palabra, por el gesto de Emilio Castro. Sin dudas, es un hombre justo en el sentido pleno, bíblico, de la expresión”2
Nadie profeta en su tierra
En estos días Emilio Castro quizás ha sido más homenajeado y recordado en el resto de América Latina y en el mundo anglosajón que en el Uruguay. El haber trabajado en diferentes organismos internacionales lo alejó un poco de nuestro país, a pesar de ello continuó desde el exterior una lucha radical por los derechos humanos y una marcada oposición a las dictaduras en nuestro continente.
Le llega un llamado a Ginebra para ocupar un cargo poco reconocido en nuestro país y que ha pasado desapercibido en la historia reciente y el imaginario de los uruguayos. Emilio Castro es electo para ejercer entre 1985 y 1992 la Secretaria General del Consejo Mundial de Iglesias, el más importante y representativo organismo ecuménico mundial, que nuclea a cristianos y cristianas de tradición protestante, evangélica, anglicana y ortodoxa.
Desde ese cargo juega un papel muy importante en diferentes momentos claves de la historia mundial. Situaciones como, su presencia en el proceso de salida del apartheid en Sudáfrica, realizando incidencia internacional y también una visita histórica donde se reúne con el Congreso Nacional Africano y con el ex presidente Nelson Mandela. De la misma manera, dentro de su tarea de visitar a autoridades estatales, visitó en tres ocasiones al presidente cubano Fidel Castro, con quien mantuvo conversaciones sobre temas vinculados a la Iglesia en Cuba, el vínculo con los Estados Unidos y la necesidad de apertura en los medios de comunicación.
Emilio Castro un generador de futuro
Como joven disfruté de varios encuentros con él, desde marcos más formales, hasta reuniones, seminarios, pero también me recibió en su casa de manera muy sencilla para tener una charla, compartir inquietudes y tomar unos mates.
Hace unos dos meses nos encontramos jóvenes de diferentes espacios eclesiales y políticos a tener un momento de reflexión crítica en torno a la pregunta ¿Qué significa defender el derecho a la vida hoy? Los y las presentes sentíamos necesario volver a cargar de sentido el significado de la afirmación: “defender el derecho a la vida”. Nos sentíamos interpelados por esta afirmación ética, pero no compartíamos el uso restringido que se le viene dando desde hace unos años al concepto, quedado limitado al tema de la ley de salud reproductiva.
En aquel encuentro Emilio nos planteó el tema desde un enfoque novedoso: comenzó argumentando sobre el derecho a la vivienda, comprendiendo a este como uno de los derechos fundamentales que garantizan la vida, como condición necesaria para el desarrollo de la vida plena. Luego nos contó que en sus primeros años de pastorado el desafío, en relación a la convivencia y la familia, era el casamiento entre católicos y protestantes y que hoy nos urgía la necesidad de plantearnos cómo el Estado garantiza los derechos de las nuevas formas de ser familia y cómo desde allí proteger la vida.
El pastor Castro siempre nos llamaba a tener los pies en la tierra, y solía citar al teólogo Karl Barth, quien afirmaba que para comprender el compromiso político y social desde la fe, la tarea del cristiano/a es asumir los desafíos de cada tiempo “teniendo en una mano la Biblia y en la otra el periódico”.
1 “Las mismas celdas, los mismos cuarteles”, Cuadernos de Marcha. “Frente Amplio, cristianos y marxistas” Año 1971 numero 47. Pg.29.
2 Palabras expresadas al momento de recibir la condecoración de ciudadano ilustre de Montevideo, en la Junta Local en el 2009 por parte del aquel entonces intendente Ricardo Ehrlich.
Publicado por Nicolas Iglesias Schneider en Brecha 11-4-2013
Deja tu comentario