Algunos apuntes cristológicos
Según Paul Tillich, la Reforma teológica del siglo XVI significó un cambio paradigmático, ya que “se trató de un rompimiento con tres distorsiones del cristianismo que constituían la esencia de la religión católico romana. El rompimiento consistió en la creación de otra religión. ¿Qué significa “religión” en este contexto? No significa nada más que otra relación personal entre el hombre y Dios – el hombre con Dios y Dios con el hombre -. Por esa misma razón resultaba imposible unir a las Iglesias a pesar de los ingentes intentos por lograrlo que se realizaron durante el siglo dieciséis y más adelante. Se puede llegar a un acuerdo acerca de diferentes doctrinas, pero no se puede llegar a ningún acuerdo acerca de religiones distinta. Uno puede establecer la relación protestante con Dios o la católica, pero no las dos: no se puede llegar a ningún acuerdo”[1]
Aquí, Tillich plantea un salto cualitativo en cuanto a la comprensión de religión en el contexto del siglo XVI, que define, como la relación entre el hombre y (su) Dios, lo cual implica que los reformadores plantearon una nueva forma de relacionamiento con Dios, y por tanto, entendemos nosotros, una nueva forma de entender a la persona de Jesucristo.
Ahora bien, ¿qué consecuencias tiene esta ruptura para la cristología?
En uno de los enfoques cristológicos de Juan Calvino podemos observar en la persona de Jesucristo tres investiduras: Él es el Sacerdote que reconcilia a los hombre con Dios, él es el representante de lo sagrado, y en tanto Hijo de Dios, lo divino en medio de la Creación; Él es el Rey que reina según la justicia de Dios, la cual propone una nueva forma de relacionamiento, liberando, por medio de la fe, a los que creen en Él de señoríos de destrucción y muerte, él es el máximo “representante político del Reino” y su propuesta política no es según la justicia de los hombres, sino que su justicia viene de Dios, que es misericordia y amor; Él es el Profeta que da cumplimiento de la profecías anteriores, y ese cumplimiento se da de forma plena; Jesucristo es una profecía dinámica, es la Profecía, la ultima y eterna, y como Palabra viva, es Revelación que no deja de ser.
En el medio de la existencia misma, Jesucristo es ese hombre-Jesús y ese Dios-Cristo, y desde ese lugar, es el único que puede re-conciliar y re-ligar al hombre con su Dios.
Por su parte, Lutero también realiza una nueva lectura de Jesucristo, y entre otras cosas, entiende a los creyentes con la capacidad y don de relacionarse con Dios solo y únicamente a través de Jesucristo, y no de una institución religiosa que buscaba su auto-justificación y su auto-gloriarse. Cuando Lutero comprende que la justificación de la fe, pilar fundamental del sacerdocio de los creyentes en el mundo, ya no se debe al esfuerzo de nuestras obras, sino que esa justificación es un regalo, es gratuita, comprende además que ninguna institución, o sea, los hombres, somos capaces de brindar el perdón, y en este sentido, revoluciona radicalmente el vínculo del ser humano con Dios, lo cual produjo profundas rupturas teológicas, socio-políticas y económicas. Jesucristo es el Sumo Sacerdote enviado por Dios, a través del Espíritu Santo, y él es el único que tiene la autoridad para perdonar nuestros pecados, porque “toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra” (Mt. 28:18)
Nos acercamos a los 500 años de la Reforma. Comprendemos, pero sobre todo, sentimos que este mundo está gobernado por poderes de muerte y destrucción. Días tras día nos basta con leer algún periódico, encender alguna TV o navegar por la red para caer en la cuenta de que este mundo, nuestro planeta, nuestra gran casa globo, está yendo directamente al caos y a la autodestrucción: guerras, muerte infantil, abusos de todo tipo, discursos vacíos, mentiras, egoísmo, individualismo… El medio ambiente ya no repite patrones; los animales se extinguen, la vegetación ya no tiene espacio… Las enfermedades se venden en los mismos locales que los medicamentos… La mujer le teme a parir… Pareciera que el hombre ya no puede amar… Y en todo este caos pesimista, ¿bajo qué autoridad nos subyugamos? ¿Cuál es nuestro Amo-poder?
Como mencionábamos anteriormente, la Reforma produjo una gran ruptura, un cisma, un quiebre, y este nuevo espacio dejó que sugieran nuevas teologías, nuevos paradigmas, una nueva perspectiva histórica en relación a la teología cristiana. Pero además, creemos que Dios, a través de su Espíritu, a través de su Palabra revelada, puso en hombres y mujeres de hace medio siglo, la fuerza para cuestionar sistemas teológicos esclavizantes y opreserores. Animó a salir al mundo a hombres y mujeres que dijeron basta: el perdón no se vende. Dios, en su sabiduría, una vez más apareció en el medio de la vida para que volvamos a relacionarnos, para que volvamos a encontrarnos, para que volvamos a creer.
Que el amor y la misericordia de Dios sean en nuestras vidas.
Jonathan Michel
(teólogo, músico)
Bibliografía consultada:
David Arcaute (comp.), “Lutero ayer y hoy”, Ediciones La Aurora, Buenos Aires, 1984.
Juan Calvino, “Sumario de la Institución de la Religión Cristiana”, Editorial CLIE, España, 1991.
Marta Garcia Alonso, “La teología política de Calvino”, en Pensamiento Vol. 62, N° 232, año 2006.
Autores varios, “Calvino y la Teología Reformada en América Latina. Un panorama”, AIPRAL, 2010.
Paul Tillich, “Pensamiento Cristiano y Cultura en Occidente. Primera parte: de los Orígenes a la Reforma”, Buenos Aires, Editorial La Aurora, 1976.
[1] Paul Tillich, “Pensamiento Cristiano y Cultura en Occidente. Primera parte: de los Orígenes a la Reforma”, Buenos Aires, Editorial La Aurora, 1976, p. 244.
Deja tu comentario