En 2019 se cumple el centenario de la entrada en vigor de la Constitución que consagró la separación de la Iglesia Católica del Estado. Dicho acontecimiento constituye un elemento central en la construcción de lo que la literatura especializada denomina como «el arreglo laico», o sea la forma en que en un país se establecen los acuerdos para la convivencia que aseguran la libertad de conciencia así como la posibilidad de expresión de esa libertad y con ellos la imposibilidad de que ningún grupo religioso le imponga al Estado sus convicciones y que el Estado no intervenga en los asuntos de los grupos e instituciones religiosas.
La laicidad, como analizan Néstor Da Costa y Mónica Maronna, es una construcción social que en diversos lugares del mundo tiene expresiones y concreciones diferentes. El formato y las características que asume el arreglo laico no es un asunto concluido y cristalizado en el tiempo, sino que se ve desafiado a enfrentar nuevas tendencias sociales y expresiones de derechos y, por tanto, sujeto a una constante resignificación.
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