por Lic. Pablo Bordenave1

El hombre occidental aprendió durante milenios lo que ningún griego, a no dudar, jamás había estado dispuesto a admitir: aprendió a considerarse una oveja entre las ovejas. Durante milenios, aprendió a pedir su salvación a un pastor que se sacrificaba por él…Esa forma de poder tan característica de Occidente, tan única en toda la historia de las civilizaciones nació, o al menos tomó su modelo, en las majadas, en la política considerada como asunto de rebaños.” (STP, 159)

Nosotros estamos con nosotros. Ellos (hablando de los partidos políticos2) nos usaron a nosotros y nosotros los estamos usando. Les vamos a meter gente en el parlamento con cualquier partido”3.

El transitar entre “mundos” puede provocar que lo escuchado y leído en uno de ellos dispare una conexión significativa con lo recibido en otros. Los dos epígrafes son un ejemplo de una tal convergencia entre el espacio de la filosofía académica y el de la participación en comunidades cristianas. El primer texto está tomado de un curso que Michel Foucault dictó en los años 1977/78 en el Collège de France, publicado luego como “Seguridad, Territorio y población”4. El segundo es una intervención de un pastor bautista argentino a finales de 2018 en una reunión en Uruguay. El presente ensayo breve busca correlacionar ambos textos en orden a contribuir a una comprensión del rol de ciertas iglesias cristianas en la llegada al poder presidencial de Brasil de Jair Bolsonaro.

Iniciemos con Foucault. En el curso mencionado, el filósofo francés se adentra en lo que el mismo llamó “biopoder”. En estas muy breves palabras, sin embargo, su análisis deber ser necesariamente escueto y selectivo. Nos acercaremos someramente a una de las nociones allí puestas en juego: el poder pastoral y, dentro de ella, nos detendremos en la de dependencia integral. Durante un mes (en las clases que van del 8 de febrero de 1978 al 8 de marzo del mismo año) Foucault se dedica a buscar aclarar, analizar, profundizar la noción de poder pastoral, al que retiene central para comprender las nunca rígidas “tecnologías del poder”. Allí sostiene el autor:

De suponer, entonces, que «gobernar» no es lo mismo que «reinar», «mandar» o «hacer la ley»; de suponer que gobernar no es lo mismo que ser soberano, suzerano, señor, juez, general, propietario, maestro, profesor; y de suponer en consecuencia, que el gobernar tiene una especificidad, habría que saber ahora cuál es el tipo de poder que esta noción engloba” (STP, 139-140).

Aquí Foucault deja clara la diferencia entre gobernar y reinar, dupla que bien podría ser un tema interesante por sí mismo. Lo que se propone en esas clases es encontrar esa “tecnología del poder” que está detrás de las instituciones: “salir de la institución para sustituirla por el puto de vista global de la tecnología de poder” (STP, 142). Ahora bien, para nuestro autor la idea de gobernar personas no proviene ni de Grecia ni de Roma, sino de Oriente, y de un Oriente pre-cristiano a partir del motivo del Pastor. En muchas culturas orientales el título de Pastor se le daba por igual al Rey y a Dios conllevando la concepción de sus súbditos como ovejas. Egipto, Asiria, y Mesopotamia son ejemplos de ello. Pero, según Foucault, será el cristianismo quien hará del poder pastoral el núcleo de un tipo específico de poder sobre las personas.

Una de las características que el autor menciona como particulares de este tipo de poder es que es un poder individualizador; esto es, plantea una relación igual que la del pastor respecto de sus ovejas: “la relación de la oveja con quien la dirige es una relación de «dependencia Integral»” (STP, 207). Es en este marco donde aparece lo que, para mí, es el núcleo de este breve análisis que presento. Es precisamente esta idea de dependencia integral la que puede abrir caminos, junto con otros conceptos, para buscar entender cómo es posible que un gobernante como Bolsonaro llegue a tomar el poder, o lo que puede ser muy parecido, por qué en nuestro país empiezan a sonar como candidatos posibles dentro del mundo cristiano personajes como Olmedo.

¿Qué quiere decir Foucault con esto de dependencia integral que genera este poder pastoral? En primer lugar, nuestro autor deja muy claro que no es un sometimiento a una ley determinada, ni siquiera a mandatos razonables y agrega “ni a principios o conclusiones extraídas por la razón” (STP, 207). Se trata de una relación de sumisión de un individuo a otro: “es ponerse por entero bajo la dependencia de alguien porque es alguien”. Más aun, la perfección de esta obediencia consiste no tanto en obedecer una orden razonable cuanto, por el contrario, en obedecer cuando es absurda (STP, 209)

En un segundo lugar el autor sostiene que este sometimiento no es “finalista”. Esto marca una neta diferencia son la concepción de los griegos, para quienes el sometimiento a alguien (como un médico o un abogado) tenía como finalidad alcanzar un cierto resultado. Por el contrario, en la obediencia cristiana, tal y como la expone Foucault, no existe un fin. Se trata simplemente de obedecer: “Ser humilde es saber que toda voluntad propia es una mala voluntad” (STP, 210)

Por supuesto que el análisis foucaultiano sobre el “poder pastoral” es mucho más extenso y más rico de lo que acabo de exponer aquí, y que son muchas las pistas que pueden recorrerse para entender la realidad de nuestra América hoy. Aquí me he limitado a mostrar una de las tantas características mencionadas por nuestro autor sobre este poder y cómo hoy podría estar siendo usada por poderes reales, que incluso llegan a gobiernos en distintos países de nuestra América toda.

Vayamos ahora al segundo texto de nuestro epígrafe. En este caso, el contexto es una reunión de 500 pastores y líderes de iglesias evangélicas de diversos países de América Latina realizada a finales de 2018 con el fin de discutir estrategias para derrocar lo que ellos llaman «ideología de género». En dicha ocasión, el pastor argentino Hugo Marquez, presidente de la confederación bautista argentina, pronunció las palabras que nos ocupan: “Nosotros estamos con nosotros. Ellos (hablando de los partidos políticos5) nos usaron a nosotros y nosotros los estamos usando. Les vamos a meter gente en el parlamento con cualquier partido”6.

Nosotros estamos con nosotros”. Pienso que es la mejor expresión para evidenciar aquella “dependencia integral” que el poder pastoral genera, analizada magistralmente por Michel Foucault a finales de los años ’70. El pastorado tiene que ver con el tipo de sistema de verdad en el que se busca creer, o, en palabras del galo, con la cuestión de a quién queremos obedecer (STP, 237-238). Esto es precisamente lo que plantea el pastor Marques cuando dice lo que dice. En su visión, ya no se trata de seguir verdades que contribuyan a la construcción de una con una sociedad plural. No, “nosotros estamos con nosotros”, y buscamos seguir a quienes digan lo que en nuestro egocentrismo queremos oír.

No es casual que estos grupos busquen sostener modelos políticos que en vez de promover derechos a los que son distintos, se los quiten; o se les impida, por todos los caminos, sean estos cuales sean, que los alcancen. Culmino con otra frase que seguro dará para seguir pensando nuestra realidad: “Si bien en las sociedades occidentales modernas hay una relación entre religión y política, esta relación en lo esencial, no se da quizá en el juego entre Iglesia y Estado, sino entre pastorado y gobierno” (STP, 221).

1 Licenciado en teología por el Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos (ISEDET) y estudiante avanzado de la licenciatura y profesorado universitario en filosofía en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).

2 Itálicas mías

3 Revista Noticias (Uruguay) del 22 de diciembre del 2018

4 Todas las notas referidas al filósofo francés son tomadas de la siguiente obra: Foucault, M. Seguridad territorio y población. Fondo de Cultura Económica, 2011, 484pp. (en adelante STP).

5 Itálicas mías

6 Revista Noticias de Uruguay del 22 de Diciembre del 2018.