«El CLAI como espacio ecuménico latinoamericano para las iglesias y la sociedad  ha sido y puede seguir siendo muy importante (…) como lugar de encuentro donde la situación de las sociedades y el testimonio de las iglesias de cada país, puedan ser difundidos, conocidos, compartidos y según las circunstancias acompañados de diferentes maneras a nivel latinoamericano y también mundial» Sostiene el pastor valdense Hugo Armand Pilón, actual presidente de la Federación de Iglesias Evangélicas del Uruguay (FIEU). El CLAI es una organización ecuménica creada en 1982, con una amplia trayectoria en defensa de los derechos humanos y presencia en 20 países, que actualmente está en una crisis y un desafiante proceso de reorganización interna. A partir de esta situación, reflexionamos con diferentes líderes religiosos sobre su situación y su visión sobre el ecumenismo que es necesario en latinoamérica. 

 

Las razones de su crisis

«El movimiento ecumenico (de alguna manera) creó una distancia entre las bases reales de sus iglesias y el movimiento ecuménico» Afirma Darío Barolin, pastor valdense y secretario ejecutivo de otra organización ecuménica, AIPRAL. Y sigue: «se produce una ruptura en el diálogo, no hay instancias intermediarias que puedan traccionar ese diálogo».

Néstor Míguez, presidente de la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE), sostiene que «en el contexto de América Latina las diferencias fundamentales están en los modos en que concebimos la relación entre la iglesia y en el caso de los cristianos el evangelio y la sociedad», y que «hay quienes pensamos que las iglesias están para servir y no imponer, y hay quienes piensan que las iglesias son las mandatarias de Dios para imponer una voluntad que pasa por la interpretación que ellos hacen de la voluntad de Dios. Ahí el ecumenismo no tiene mucho espacio, el ecumenismo no podrá ejercerse con quienes quieren ejercer el poder, y con quienes quieren la unidad de las iglesias para encolumnar detrás de sus  propias propuestas una ambiciono soberbia que poco tiene que ver con la humildad de jesús, por lo menos desde mi punto de vista».

Una de las dificultades que se ha planteado por diversos referentes «es que su agenda de  trabajo estuvo marcada muy fuertemente por un proceso de ONGización del movimiento, vinculado a un presupuesto fuertemente dependiente de la ayuda exterior (…) un movimiento continental necesariamente debe depender del trabajo que sus iglesias hagan a nivel nacional», como lo señala Barolín.

Por su lado, Míguez coincide en la dependencia del modelo económico de los esfuerzos ecuménicos en la región, y señala que «ha sido la excesiva dependencia, hemos copiado modelos de afuera tanto en el diálogo ecuménico como en los organismos que lo han integrado (…) un ecumenismo dependiente empezó a ser retaceado por los motivos que fuere, nuestro ecumenismo entró en crisis». Además, también sostiene que los personalismos han entrado también en la escena, causando rupturas internas en estas organizaciones.

Explorando los orígenes de estas organizaciones ecuménicas, Barolín afirma que «el ecumenismo ha sido organizado a partir del movimiento eclesial, y digamos las grandes expresiones ecuménicas han sido conciliares, el CMI, CLAI, y AIPRAL. Con las crisis que las iglesias tienen hoy no es de extrañar que aparezca una crisis del ecumenismo, en realidad el movimiento ecuménico exterioriza y potencia esa crisis que está tras de eso. Creo que en ese sentido tenemos que pensar si el movimiento ecuménico va a tener esa raigambre conciliar tan fuerte».

 

La situación regional

Leonardo Schindler, pastor y presidente de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, ve en el panorama regional latinoamericano con gran presencia a «las iglesias evangelicales de tinte fundamentalistas, que con Biblia en mano e invocando la autoridad divina de su lado -a la cual solamente ellas representan-, promueven un pensamiento absoluto, irreflexivo e incuestionable que alienta actitudes condenatorias a los grupos sobre quienes ya pesan todo tipo de prejuicios y de esa manera sacralizan el así denominado “sentido común”» Estas iglesias, sostienen que «es de Dios el rechazo a los homosexuales, es de Dios la supremacía del varón; es de Dios que haya prósperos y mendigos, porque unos se esfuerzan para ser bendecidos y los otros hacen todo lo malo para merecer la condena». «Lo que hoy está creciendo y desarrollándose en nuestro continente es la expansión del  odio producto del miedo. Este odio visceral e irracional es el paso necesario para  la instauración de regímenes de derecha que generan empatía con sus asustados y odiantes votantes haciendo causa común con sus mismos odios/temores/prejuicios. Líderes políticos que hacen empatía con sus votantes haciéndose uno en el mismo odio que sus votantes tienen hacia el extranjero que viene a sacarte el trabajo, al homosexual que viene por tus hijos (varones); a las mujeres que vienen por tu poder –tus embarazos también- a los pobres que vienen por tu riqueza; a los pibes negritos que atentan contra tu seguridad.»

 

¿Qué hacer?

«Por eso es tan importante que las iglesias que somos parte de una tradición cristiana que tiene una comprensión distinta del evangelio, que tenemos una lectura reflexiva y contextual de la Palabra, que hacemos uso de los métodos histórico críticos, tengamos un espacio que nos represente, que nos apoye, que nos sostenga y que sea capaz de incidir públicamente con una voz y una presencia evangélica que sea liberadora, democrática, inclusiva  y amplia en derechos. Una voz evangélica que sea capaz de cuestionar palmo a palmo y en un mismo idioma a quienes hoy con Biblia en mano son generadores de rechazos que tanto mal hacen». Afirma en ese sentido Schindler.

En el mismo sentido, Barolín afirma que «El ecumenismo es fundamental, no hay duda. Es fundamental porque es la única manera de contrarrestar, si estamos juntos y más ahora que somos pocos, una  corriente de opinión, una manera de entender/utilizar el cristianismo que está fuertemente arraigado y vinculado a una  ideología imperial, y que hace desde ese imperio una apropiación del discurso cristiano. Esa propuesta es una propuesta organizada con mucho poder económico y mucha gente, y la única manera de contrarrestarlo es el movimiento ecuménico. Entonces en ese sentido es necesario, es imprescindible. El ecumenismo para nuestras iglesias no es una opción, es una exigencia evangélica».

 

La necesidad

Silvia Regina, directora del Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI), de Costa Rica, sostiene que «hace falta en América Latina un espacio donde se visibilice esos grupos religiosos, cristianos, con pensamiento teológico comprometido con la transformación social, comprometido con la liberación, y que junto con otras religiones y otras tradiciones de fe se comprometan realmente con la justicia social, con la dignidad de los pueblos, con las reivindicaciones que vienen de los grupos marginados. Eso es lo que nosotros esperamos, un lugar donde podamos ser visibilizados frente a ese discurso religioso, fundamentalista que parece ser el único».

«Honestidad en las convicciones, apertura para el diálogo, disposición a tratar al otro como un igual, la búsqueda conjunta de la verdad, tener claridad en aquella cosas en las cuales podemos coincidir y tener claridad también en aquellas que diferimos para que el diálogo sea honesto y respetuoso» Sostiene Míguez. En el mismo sentido, Silvia afirma que lo importante es «trabajar en favor de una construcción que nos represente pero que al mismo tiempo nos exceda. Los problemas globales necesitan de soluciones globales, y en este caso necesitamos que las iglesias dejen de lado sus intereses institucionales y los líderes sus aspiraciones individuales a fin de recrear un espacio común que enfrente a enemigos que son mucho más poderosos».

«El testimonio profético de las iglesias en un mundo globalizado necesita articulaciones que trasciendan los niveles locales y regionales, justamente en defensa de la soberanía de los pueblos en esos mismos niveles, donde los derechos humanos de las personas autóctonas son violados sistemáticamente por otros tipos de articulaciones y estrategias globales totalmente contrarias a la voluntad de Dios revelada en Cristo Jesús» Continúa Armand Pilón.

«Necesitamos un ecumenismo que se ponga al servicio de los más necesitados, de los vulnerables, que cumpla con la voluntad de jesús de alimentar al hambriento, vestir al desnudo, dar de beber al sediento, y en un momento como el que vivimos hoy, acompañar a los enfermos y a los que están encarcelados y ser hospitalarios con los extranjeros» reflexiona Míguez, y señala: «el acierto es el compromiso con el pueblo, con los humildes, con los sectores postergados». Y por último citamos las palabras de Silvia Regina: «si ese espacio se va a llamar CLAI o va a tener otro nombre, eso no es muy importante»

Tomas Barolin Tron

Compartimos la carta del CLAI:

MESA AMPLIA DE REIMAGINACIÓN carta a las iglesias y organismos