“…si estaremos curados de espanto
y sin embargo fíjese [presidente] no creíamos que usted fuera tan bruto…”*
(Mario Benedetti)

El pez muere por la boca…” y Trump también. Por su boca salieron tantas mentiras y tantos odios que su twiter no alcanzaba a propagar. “No creíamos que usted fuera tan bruto”.

A saber, porque azares de sus padres, usted fue bautizado en una iglesia presbiteriana…sólo eso, sólo eso. Sólo eso bastó para que esta histórica iglesia en pro de paz con justicia, la no-discriminación de ningún tipo (excepto a un tipo usted, ¡porque siempre hay excepciones!), sólo eso bastó – digo – para que usted fuera discriminado de esos registros eclesiales presbiterianos.

Levantar la Biblia en el frente de una iglesia – en la cual (hay que decirlo) nunca sería bienvenido – mientras los tanques y camiones militares persiguiendo a jóvenes pacíficos le abrían el camino, sólo le sirvió para engañar a los crédulos evangelicals que dicen que creen en Dios y en usted. En realidad, cuando miramos los votos emitidos de esas multitudes devotos evangelicals, armados con la Biblia y con las armas, parece que creen más en usted que en Dios. “Y, fíjese, no creíamos que, como usted, ellos fueran tan brutos”.

Tampoco le sirvió esconderse en el bunker ni en los agujeros de los campos de golf, pues un invisible e ilegal y comunista virus, entró sin papeles y comenzó a desplomar los números de su economía y el destartalado sistema de salud pública. “Una simple gripe” dijo usted y se fue a jugar golf, mientras la desprotegida sociedad alcanzaba los 100 mil muertos. “Fíjese que no creíamos que usted fuera tan bruto y sin embargo…”.

¡¡Conspiración, conspiración!!” comenzó usted a gritar y twitear. E hizo la “América Grande Otra Vez”, pues todavía se mantiene la number one en contagios y muertes. Ya nadie le alcanza. Pero de tanto gritar y acusar algo le alcanzó a usted y – ¡ aaaachissss ! – se instaló en sus pulmones y usted la pasó con oxígeno prestado y una mascarilla aburrida en su bolsillo. “Aprendí nuevas cosas del coronavirus” vociferó a su regreso desde el balcón de la Casa Blanca, y a los días siguientes la mitad de sus secuaces en el western side of the White House, estaban en cuarentena.

Afroamericanos cansados de vivir de rodillas y morir de rodillazos policiales, tomaron las calles, las ciudades. Colegiales y colegialas cansadas de vivir huyendo y morir ser baleados por las armas que usted apoya, se unieron en las calles, en las ciudades. Y gente de todos los colores y todos los géneros de esta sociedad tomamos las calles, las ciudades, porque Black Lives Matter (Las Vidas Negras Importan). “¡¡Antifa, Antifa!!” gritaba usted cuando leía los carteles y pancartas de coreaban “AntiTrump”. ¡Exactamente! ¡Usted y los carteles gritaban lo mismo! “Fíjese que no creíamos que usted fuera tan bruto y sin embargo…”.

Su popularidad se desplomaba como los miles y miles de centenarios árboles quemados por voraces y gigantescos incendios en más de 10 estados. Los científicos del clima alertaban, anunciaban, reclamaban políticas ambientales de resiliencia y mitigación, pero usted – experto en la ciencia de los disparates – los acusaba de promover “un cuento chino”.

Y podríamos seguir y seguir los días de su chabacana presidencia (sic)… pero lleguemos a la conclusión, amén de que usted nos vuelva sorprender con tanta brutalidad acumulada, en los últimos días antes del “no va máááás!”.

Dice Mario Benedetti:

“…si estaremos curados de espanto

y sin embargo fíjese [presidente]

hoy nos quedamos sencillamente pasmados
nos hemos caído literalmente de culo”

Usted ha perdido – desde hace tiempo – y hoy las urnas y las ballots de los votantes estadounidenses lo han confirmado. Pero usted no se lo cree, aunque ya muchos de sus secuaces en la Casa Blanca sintiéndose desempleados están buscando otro trabajo con menos virus, y menos odio. Y quizás, también Melania…

Usted ganaba y frotándose las manos decía “que sigan contando los votos”. Los votos azules (demócratas) empezaron a salir de los sobres del correo, sin virus y sin odio, ¡entonces usted gritaba – twitter de por medio y a medianoche – “STOP THE COUNT!” (“¡Paren el conteo!”). “Fíjese que no creíamos que usted fuera tan bruto y sin embargo…”.

Soy su vecino, pero no su prójimo. Nos separan seis kilómetros por la misma calle, pero no estoy próximo. No coincido con usted. Coincido con mi compatriota Mario Benedetti:

 

“…si estaremos curados de espanto

y sin embargo fíjese [presidente]

hoy nos quedamos sencillamente pasmados
nos hemos caído literalmente de culo”

 

 

Tony Brun

Washington DC

Noviembre 7, 2020

 

 

*Citas de Mario Bendedetti: “Curados de espanto y sin embargo”