Es evidente que en los últimos tiempos aparecen referencias a los evangélicos y nosotros lo somos. En algunas notas periodísticas y programas de investigación, observamos que no se tiene una clara información de quiénes son y creen los evangélicos.
La Iglesia Evangélica Armenia tiene más de 90 años de trayectoria en Uruguay y ante un año eleccionario, queremos presentar ante la opinión pública, nuestra posición.
La interrogante a responder, es si la Iglesia debe representar, promover, auspiciar o fomentar a determinado candidato o partido político. Para esto, vamos a extraer pensamientos de la publicación que efectuáramos (en 2009) bajo el sugestivo título “¿A quién votar?”, a cargo del pastor de la Iglesia Evangélica Armenia, Pedro Lapadjian.
Sucintamente reiteramos parte de lo señalado.
1- “Sugerirle a los miembros de la Iglesia el candidato al cual votar es quitarles el don precioso de la libertad, una vergonzosa manipulación y una ofensa a la inteligencia de nuestros semejantes”
2- “Cuando Jesús dijo: ‘Dad pues a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios’ (Mateo 22:21), se refirió a dos lealtades que se relacionan y donde en cada una de ellas hay propósitos y finalidades. Quien está sujeto a la autoridad de Dios, lo habrá de expresar entre otras cosas, en su actuación respetuosa ante el gobierno civil. El privilegio de ser ciudadanos de un estado libre lleva consigo derechos que la Constitución reconoce y deberes que ella impone. Tenemos que ejercer los derechos y concomitantemente cumplir los deberes.”

3- “Es evidente que la enseñanza cristiana da énfasis al respeto de la autoridad civil deviniendo del que se tiene a Dios. No solamente se debe proceder así con los que se simpatiza, sino también con aquellos que son representantes de otras colectividades políticas que no concuerdan con la propia. No se obedece la autoridad porque sea perfecta, sino porque en el plan divino ella es necesaria para el ordenamiento social…”

4- “Para expresar sus convicciones, la Iglesia no precisa un partido político. Y mucho menos es llamada a que a través de ella se expresen los intereses de quienes aspiran al poder de la nación.”
5- “La fe cristiana aporta a la grandeza de la nación recuperando a las personas de las adicciones, enseñando al individuo a buscar la excelencia en su profesión, restaurando familias y educando en valores: honestidad, solidaridad y respeto al prójimo. Pero también recordándole a los gobernantes sus obligaciones y haciéndoles notar cuando ellas están descuidadas.”

De cuanto venimos de exponer, queda claro que según los preceptos bíblicos, los roles de la Iglesia y del Estado son diferentes. Salvo por las naturales conexiones que hubo y habrá al convivir en sociedad, no es pertinente que la Iglesia se inmiscuya en el Estado, ni viceversa.
El “voto” que el “alma pronuncia”, debe ser emitido por cada individuo y no por la Iglesia como tal. Por ende, nuestra iglesia no representa ni es representada por ninguna organización política, ni promueve a ningún candidato político.”
Si bien cada asistente a la Iglesia como ciudadano de nuestro país emitirá su voto por un partido político, esto no quiere decir ni habilita a que la Iglesia como tal, sea “la que sufrague” indicando a quién votar.
Claro que, cuanto más personas con valores cristianos estén en todos los ámbitos de la sociedad, mejor será el resultado. Y lo anterior no excluye a la actividad política.
Los políticos pueden legislar, pero no pueden colocar la ley moral en el corazón. Los economistas luchan por abatir el desempleo; pero no pueden erradicar la corrupción, la avaricia y el materialismo que produce injusticia. La enseñanza aumenta el conocimiento; pero no satisface las necesidades espirituales e interiores. Esta crisis no está fuera del ser humano, sino dentro de su corazón.
Los grandes cambios colectivos son la suma de cambios individuales. Si hay mayor cantidad de ciudadanos que se comprometen con los valores cristianos (como tolerancia, amor al prójimo, solidaridad, atención a los más débiles, entre otros), desaparecerán muchos males sociales y se concretarán las aspiraciones de un país como el que sueñan los gobernantes y los gobernados,
en una sociedad que será más justa y pacífica.

IGLESIA EVANGÉLICA ARMENIA