Jairo Alfredo Roa Barreto[1] Andrea Roa Almeida[2]
La Iglesia Menonita ha estado presente, casi desde el momento en que comenzó el conflicto armado en Colombia a finales de los años 40. Inicialmente, más que promover la instauración de nuevas iglesias, los menonitas se dedican a trabajar por la educación de los hijos de los leprosos, que eran marginados de las instituciones educativas. De esta manera se crea el Colegio Meno en Cachipay- Cundinamarca con enseñanza bilingüe en los años 50, cuyos maestros eran casi en su totalidad hablantes nativos del idioma inglés .
Posteriormente, con el paso de los años, se entablan las primeras experiencias eclesiales, cuyo desarrollo es paulatino y tiene muy pocas diferencias de las demás iglesias evangélicas. En los años 70, se crea la Fundación Menonita Colombiana para el Desarrollo (Mencoldes) desde donde se realiza un fuerte trabajo de acción social no proselitista y de carácter ecuménico, cuyo eje central es el trabajo enfocado hacia las comunidades marginadas.
Sin embargo, al finalizar la década de los 80, los líderes y las comunidades emprenden la tarea de retomar su identidad como una comunidad de paz. Este aspecto fue un asunto de mucha discusión al interior de las comunidades, porque asumir el compromiso de ser una comunidad de paz, tenía profundas implicaciones para el ser y quehacer de la iglesia en el país. Aunque históricamente los menonitas colombianos estuvieron comprometidos con la acción social, es el redescubrimiento de la identidad como comunidad de paz, lo que lleva a tomar mayor conciencia del compromiso político de la iglesia. La iglesia no puede estar al margen del conflicto armado en el país, ni ser un actor pasivo. Por el contrario la iglesia, como comunidad de paz, debe jugar un papel protagónico en la sociedad colombiana. Este cambio de postura de la iglesia menonita, es vista con preocupación por algunos miembros de las comunidades y por las demás iglesias evangélicas, que han optado por la participación partidista para llegar al poder.
A finales de los años 80 aparecen nuevos espacios menonitas que se encargarán de orientar los cambios asumidos por la iglesia. El Seminario Bíblico Menonita surgirá como un espacio de formación bíblica-teológica, con énfasis en la paz, de pastores y miembros de iglesias menonitas, así como de otras iglesias. Los nuevos líderes de las iglesias recibirán una nueva formación teológica, más acorde con los principios de un Evangelio de Paz. En este período se crea Justapaz, una Ong de la iglesia encargada de la promoción de los derechos humanos, la transformación de los conflictos, los procesos de paz y la formación de líderes de las diversas iglesias en estos temas fuertemente vinculados con la acción a favor de la paz y la reconciliación.
Dentro de los trabajos interesantes que ha desarrollado la Iglesia Menonita y en las que se han involucrado otras iglesias no menonitas en el país , es el proyecto dirigido a que las Iglesias sean Santuarios de Paz, como una acción de paz en contra de la guerra; en especial en zonas donde el conflicto armado se hace presente y afecta de forma sistemática la vida de las personas que hacen parte de una comunidad de fe o de vida. Este proyecto busca que las iglesias se constituyan en comunidades que utilizan sus dones y ministerios al servicio de las personas afectadas por la guerra. Es decir, se trata de ofrecer un mensaje de no violencia con acciones concretas que permitan transformar los conflictos y reconstruir el tejido social del país. Es así como cada comunidad de fe se convierte en un espacio físico o territorio de paz, desde el cual se exige el respeto de los actores en conflicto, para finalmente convertirse en un espacio de acogida, de refugio, de protección y de oración de y por las personas víctimas de la violencia.
Además de estos espacios significativos para la paz, una experiencia interesante para la iglesia y para el país, fue el compromiso asumido por la iglesia en la objeción de conciencia al servicio militar obligatorio. Este esfuerzo de la iglesia logró en poco tiempo transformarse en una iniciativa de la sociedad civil, dando paso al Colectivo por la Objeción de Conciencia al Servicio Militar, donde la iglesia pasó a ser parte de dicho proyecto.
Actualmente, la práctica de la iglesia menonita como hacedora y promotora de la paz ha despertado el interés de diversos ámbitos académicos, siendo motivo de estudio en múltiples tesis de grado y posgrado, lo que sin lugar a dudas muestra el reconocimiento de la iglesia como un comunidad de paz en el país.
El conflicto colombiano llevó a preguntarse a la iglesia por su identidad y su práctica en la sociedad colombiana. La Iglesia Menonita tuvo la capacidad de hacer una autocrítica que la obligó a replantear el ser y quehacer de la iglesia en el contexto colombiano. Este no ha sido del todo un camino fácil, pero ha sido asumido con la entereza y valor que este compromiso requiere.
El haber participado activamente como una comunidad de paz, le ha permitido a la iglesia menonita colombiana ganarse un espacio dentro de la sociedad civil, y por lo tanto, se reconoce como una voz autorizada en los procesos de mediación y resolución de conflictos. Es esta práctica de la iglesia la que le permitirá jugar un papel significativo después de que establezca un acuerdo de paz con los diversos actores del conflicto. En el postconflicto colombiano, la tarea de la iglesia continuará vigente en procesos de reconciliación, restauración y restitución, caminos necesarios para una paz duradera.
[1] Teólogo, filósofo. Dr. en Teología. Magister En Desarrollo Económico Local.
[2] Politóloga. Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá.
Muy interesante. Agradezco a quienes dedican tiempo para compartir informacion útil.
El aporte de la iglesia menonita acerca de la paz en Colombia es hiper importante puesto q es diferente en su tiempo estaba la iglesia catolica en ser mediadora esto nos permite ampliar los horizontes a xtianos diferentes a los qvestamos acostumbrados. Sigan adelante…paz y bien. Un catolico abierto a nuevos desafios.