Una reflexión de Camilo Alvarez (educador y militante social), entorno a polémica encíclica de Francisco, «Laudato Si» sobre el cuidado de la casa común.

La última encíclica de Francisco contiene elementos fundamentales para comprender el camino a seguir como humanidad. No me refiero a que realice grandes descubrimientos, sino más bien a algo tan arriesgado como lo anterior y es ser portavoz de una enorme comunidad, analizando un problema por el que están atravesando nuestras sociedades.

Para quienes ponemos la vida en el centro de la actividad política, la vida como un concepto abarcativo de la naturaleza, esta encíclica nos permite reforzar esa idea. Seguir levantando la bandera de los pueblos originarios de América Latina que reivindican el Buen Vivir, no como una teoría explicativa del todo, no como una teoría que revela un conjunto de prácticas preestablecidas a realizar, sino como el simple impulso de vida que nos haga comprender que como especie, tan solo podemos ser si permitimos que otros sean y que nuestro futuro (por tanto nuestro presente) está ligado a ver en la naturaleza un sujeto de derecho y no una bolsa de bienes a expropiar.

Increíblemente en tan solo 200 años el homo sapiens sapiens, ha puesto a la Tierra al limite de sus posibilidades, bajo el pretexto – idea de lograr mayores beneficios económicos para una clara minoría de la población mundial, bajo el nombre del Desarrollo constante.

Dice Francisco, que “nosotros mismos, somos tierra (…) Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura.”

Resulta paradojal que pasados mas de 500 años, donde bajo el pretexto de la cruz y la religión, Europa saqueó a América, en ese momento Abya Yala (como lo denominaban algunas pueblos originarios), obligándolos a transformar su cosmovisión del mundo y aniquilando sus culturas, hoy esa misa cruz viene a reivindicar la visión y la religión de aquellos pueblos. La voz de los oprimidos pudo sobrevivir, a través de los murmullos de la historia, para lograr ser el grito de los excluidos. Al punto de que el mismo Papa, haciendo uso de las ideas de la iglesia popular latinoamericana, del procedimiento ver, juzgar y actuar, propone a sus seguidores una forma de percibir y sentir el mundo.

Nos advierte también del peligro que significa que el poder económico siga dominando la política, como actividad de servicio. Y tomando de nuevo a San Francisco de Asís como modelo nos dice: “La pobreza y la austeridad de san Francisco no eran un ascetismo meramente exterior, sino algo más radical: una renuncia a convertir la realidad en mero objeto de uso y de dominio.”

Este problema es claramente consecuencia de un sistema que se desarrolla en tanto depreda la naturaleza y excluye humanidad. En tanto favorece los intereses económicos de unos pocos en función de las democracias. Como nos dice N. Klein, “El capitalismo contra el clima”.

Para nosotros, por eso mismo, mas democracia es menos capitalismo.

“El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra en el fracaso de las Cumbres mundiales sobre medio ambiente.” Nos dice Francisco y con acierto. Y sigue: “La alianza entre la economía y la tecnología termina dejando afuera lo que no forme parte de sus intereses inmediatos.”

En toda la encíclica, Franciso posiciona nuevamente temas que habían quedado en el olvido del lenguaje eclesiástico de jerarquía católica, desde el concilio vaticano II y de Medellín.

Este llamado que realiza en la encíclica, entiendo que debe aportar a la movilización de creyentes y no creyentes en esa fe.

En Uruguay, es fácil encontrar, sobre todo en los barrios mas pobres, comunidades de fe que aun mantienen viva la llama del Dios de los Pobres y oprimidos.

No hace mucho, apenas unas semanas, se beatifico a Monseñor Romero, un referente del El Salvador y América Latina, como tantos otros que la historia y a veces la propia iglesia han optado por dejarlos en el olvido.

Camilo Alvarez