Como cristianos debemos ver y discernir los signos de los tiempos que nos tocan vivir desde las demandas del Evangelio. Ello nos lleva a un ejercicio permanente de lectura e interpretación de la Palabra de Dios, a la vez que, a la toma de decisiones respecto a nosotros mismos y a quienes nos rodean porque vivimos en familia, en sociedad.
Hay temas de la sociedad que las iglesias hemos evitado por polémicos, tratando de salvaguardar la unidad, la armonía entre los creyentes, con la intención de no ofender, no crear conflictos. Entre estos temas están: la política, el dinero, la sexualidad. Es así que muchas personas han tenido que ocultar sus problemas en estos y otros aspectos de su vida para permanecer en las comunidades de fe sin causar problemas, o bien, retirarse silenciosamente y vivir su fe en soledad.
En mi experiencia pastoral he visto con dolor la discrminación de personas por raza, diversidad sexual, pobreza, ideas políticas. Esta exclusión no siempre es explícita, pero existe.
Desde la Palabra de Dios nos confrontamos a un mandato ineludible: La Gran Comisión:Marcos 16:14-16.?
En lo atinente al la diversidad sexual señalamos algunas pistas:
Este pasaje nos convoca a predicar el Evangelio a toda criatura, no a resolver quien es apto o no, quien será cristiano o no; ello dependerá de que la persona a quien se le predica, acepte a Dios como su Señor o no. Y eso está fuera de nuestro juicio. Toda persona tiene el derecho y la posibilidad de una vida de fe. Toda persona tiene el derecho y la posibilidad de poner su vida en manos de Dios y sobrellevar sus caídas y levantadas con fe y esperanza. No porque la iglesia se lo permite o lo habilita, sino por la Gracia de Dios, tema central en la teología cristiana. Dios nos mira desde su Gracia y nos renueva cada día la fuerza para vivir o sobrevivir.
Una de las situaciones de vida más difícil de resolver desde las comunidades de fe ha sido la inclusión de las distintas expresiones de la diversidad sexual: gays, transgénero, lesbianas, travestis, bisexuales. Este tema se lleva rápidamente al ámbito ético, y se usan pasajes bíblicos para encuadrarlo en la teología del pecado y la condenación
La sexualidad ha sido un tema poco dialogado, poco trabajado por la interpretación bíblica, la doctrina y la pastoral. Se ha considerado como un tema privado, casi oculto, de lo que no se habla en la comunidad. Tampoco se habla mucho de sexualidad en la familia. Entonces nos encuentra un poco faltos de parámetros para referirlo a la Iglesia.
Hay comunidades cristianas que remiten la sexualidad al reino de la carne, lejos de la espiritualidad y del discurso de la fe en una separación de lo material y espiritual que no es bíblica. Otras comunidades son más fuertes en acercar la sexualidad al pecado, más aún, cualquier alusión a una sexualidad que no sea heterosexual, dentro de los límites, llamados normales de la pareja estable. Se descarta pues toda otra expresión de la sexualidad humana como pecado, pasando por alto que en la sexualidad llamada normal existen también pecados: la infidelidad, la violencia doméstica, el abuso, la violación. O sea, es un tema polémico y que convoca las más variadas y apasionadas reacciones y muchos ocultamientos.
La diversidad sexual es un tema nuevo, aún para la sociedad civil. Que haya leyes nuevas de inclusión no significa que el imaginario popular, o sea, lo que sentimos y pensamos todos, se modifica por obra y arte de la ley. Somos producto de lo que nos enseñaron toda nuestra vida en la familia, la iglesia, en la sociedad. La diversidad sexual tiene una enorme carga negativa de conceptos expresados en forma soez o más educada: bromas, motes, exclusiones, discriminaciones, violencia, muerte. Aún hay países que encarcelan o matan personas gays o lesbianas amparados en la ley y avalados por las iglesias, casos de reciente prensa son Nigeria y Rusia. Por lo tanto, tenemos que darnos el tiempo de pensar y madurar estos temas y tener presente el costo terrible que el rechazo, la exclusión, la agresión o la muerte tiene para estos grupos, para cada persona que lo integra.
El tema de la pareja. Cuesta y es lógico en una sociedad basada en la familia tipo, heterosexual con hijos, aceptar otros modelos: dos hombres pareja, dos mujeres. Dos padres, dos madres para un mismo niño. Aceptemos con humildad que cuesta incluir estos modelos en la sociedad tal como es, como punto de partida para repensarlo. Su aceptamos que hay un problema, podemos pensar y dialogar, tomar posiciones. Nos preguntamos: ¿qué significa la pareja humana? Un modelo de vida o una expresión del amor de dos personas independientemente del modelo de hogar que formen. Históricamente hay muchos modelos de pareja o convivencia diferentes del que aceptamos hoy día en el mundo occidental como único. ¿Qué alcance tiene la paternidad –maternidad en un mundo donde hay cada vez más parejas monoparentales? ¿Está probado que los gays y lesbianas no pueden ser buenos padres y madres o el juicio negativo surge más del prejuicio que de la realidad?
Finalmente el tema candente en muchas comunidades de fe: el matrimonio religioso. Si bien, en algunos países ya hace más de una década que se celebran matrimonios religiosos de personas LGTB, para nosotros es nuevo. Como todo lo nuevo, más aún en las prácticas eclesiales que tienen siglos de acumulación histórica y doctrinal, lo nuevo da miedo. Plantea vacilaciones y objeciones. Preanuncia divisiones y posible pérdida de miembros fieles.
Para mí es un asunto de profundas connotaciones pastorales. Como comunidad de fe debemos junto a nuestros pastores o laicos darnos un tiempo de meditación y oración buscando la guía de Dios para discernir juntos los caminos a transitar maduramente y en fidelidad al Evangelio. Algunas preguntas pueden surgir en éste u otros temas difíciles:
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¿Tenemos información suficiente sobre la diversidad sexual o partimos de lugares comunes que maneja la sociedad?
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¿Qué hemos aprendido del ministerio de Jesús respecto al trato con las personas discriminadas por su sociedad: mujeres, inválidos, pecadores, enfermos?
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¿Qué significa la bendición matrimonial en el marco de nuestra comunidad? ¿Es un acto que convoca la bendición de Dios sobre una pareja de personas que se aman y quieren vivir juntas o se relaciona con otras normativas?
Como comunidad de fe tenemos derecho a tomar posición acorde a la Palabra de Dios, a nuestra doctrina y a las connotaciones éticas que ello implica. Es importante abordar este diálogo con respeto, cariño y cuidado pastoral en fidelidad al Evangelio y en oración buscando la guía de Dios y el discernimiento comunitario.
Araceli Ezzatti.
Felicitacion a la autora que muy bien ha señalado lo que debe ser la autentica Iglesia.
El problema no son…
(Sobre la diversidad de “género”)
El problema no son los gay, lesbianas, transexuales, etc. El problema, a mí parecer, es una pérdida de los límites morales, naturales y lógicos. Y finalmente dejar que el deseo sexual desmedido ejerza presión para definir nuevos estándares.
La homosexualidad es un tema absolutamente del día a día. En rondas familiares, de amigos, compañeros siempre sale algo a la luz algo relacionado a los gays, travestis, lesbianas y como es normal se lo mezcla con religión, ciencia y moralidad.
Visto desde lo científico-natural: ¿qué sentido tiene que dos seres del mismo sexo estén juntos? A parte del deseo sexual, no tiene pie ni cabeza que dos seres del mismo sexo estén juntos. Según los principios de la naturaleza un ser vivo normalmente: Nace, crece, se reproduce (he aquí nuestro problema) y muere.
Visto del punto de vista moral es muy discutible, ya que la moral es definida por la sociedad la cual está en constante cambio dependiendo del país, raza y cultura.
Desde el punto de vista de la iglesia (aquí se pone bueno): Aquí apreciamos los dos extremos: Un extremo totalmente en contra, que condena radicalmente a toda unión u orientación que no sea el del varón con la mujer hasta el extremo, teniendo así sucesos como lo ocurrido en Orlando; y, por otro lado está el extremo que afirma Dios/Jesús es amor y como hay que amar al prójimo como a uno mismo viva la pepa y seamos como y lo que queramos, total al fin y al postre Jesús nos ama como somos. Pero después están los que, como yo, estamos intentando definir una postura clara al tema.
El origen del problema es la libertad del ser humano que a su vez es lo más hermoso. La libertad de decidir que está bien y que está mal, ¿se entiende esto o suena imposible o loco? A ver… a los largo de la historia y culturas lo que está bien y lo que está mal fue cambiando dramáticamente y sigue siendo diferente hoy en día para distintas culturas. Podemos citar al machismo de la biblia especialmente en el antiguo testamento, tener varias esposas, matar en nombre de Dios (hoy en día seguimos cantando himnos al Dios “de los ejércitos”), que el cigarrillo sea considerado saludable, que los afeminados, gays y travestis sean considerados locos y enviados al manicomio por ello, que las mujeres no tengan derecho a vos ni voto, y tantos ejemplos más.
Entonces mi pregunta es: ¿Cuál es el límite? Hasta dónde piensa llegar el ser humano con su uso o “abuso” de libertad… Leí noticias interesantes como: “La nueva moda en oriente de casarse consigo mismo”, “Mujer se casa con un perro”, “La mujer se casó con un mueble”, “Un hombre se casa con un árbol”… ¿Qué está bien y que está mal?… Matrimonio homosexual, gays, bisexuales, transexuales…
La comunidad LGTB exige su aceptación y sus derechos, perfecto, nos costó pero estamos en buen camino de aceptarlos pero… ¿Qué pasará después con los pedófilos, zoofílicos, necrófilos, etc? Qué los impulsa a ser lo que son a todos los que no son heterosexuales, ¿tienen trastornos?, ¿están enfermos?, ¿desequilibrados psicológicos?, ¿problemas hormonales?, ¿son normales?, ¿nosotros somos los trastornados?…
Mi temor está en que actitudes/estados/formas de ser que antes eran abominaciones, pasan a ser prohibidas, a enfermedades, trastornos, anormalidades, rarezas, nuevos géneros, normalidad, ¿pasarán a ser lo bueno?… ¿En qué punto estamos y a donde se llegará? ¿Seremos finalmente nosotros, los heterosexuales, los anormales, enfermos y con trastornos?
Soy de una iglesia muy liberal, y si bien es una de las cosas que más me gustan, me están empezando a preocupar las actitudes de pastores y líderes de la misma. Siento que la Palabra de Dios está siendo utilizada para justificar nuestros deseos y actitudes, y no como un marco de referencia (aunque sé que si haríamos caso sólo al antiguo testamento seríamos bastante machistas y muchos/as sería apedreados).
El problema no son los LGTB, el problema es el límite de lo bueno y lo malo.
Todo esto no sería un problema si cada uno viviese para sí mismo, pero Dios nos llama a vivir en comunidad y cada uno de nosotros es parte de ella, y como padres es una preocupación constante el futuro de nuestros hijos.
Finalmente deberíamos pensar los cristianos, y… ¿Qué diría Jesús sobre todo esto? ¿Hasta qué punto llegaría antes de que “vuelque las mesas y las sillas”?
Dios nos dé sabiduría…
Para hacer honor a la verdad la Iglesia Metodista Argentina no tiene un ministerio con el Colectivo GLTTBQ+. Lamentablemente a principio de 2019 se retiró una comunidad de más de 60 personas por la actitud homofóbica de la institución. Incluso hay personas del colectivo en el armario por temor a perder su trabajo asalario… En fin…
Considero que esta afirmación YA NO ES CIERTA.
«La sexualidad ha sido un tema poco dialogado, poco trabajado por la interpretación bíblica, la doctrina y la pastoral.» Porque yo creo lo contrario al grado que es hartamente dialogado, con espléndidos trabajos exegéticos y hermenéuticos…y dudo mucho que «La diversidad sexual es un tema nuevo, aún para la sociedad civil»
El que nuestras comunidades eclesiales vivan a espaldas de lo que ocurre en el mundo así como en las esferas más amplias de las eclesialidades y todas las esferas sociales amerita que exijamos un «aggiornamento». Una puesta al día.
La puesta al día, cuál reforma, necesita procesos estratégicos de cambios y aquello solo sucede cuando se pone EN CRISIS LO COGNITIVO. Es decir lo que queda por ocasionar es LA CRISIS. Y con ello las muchas formas de disidencia.